Castigo del señor D

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Will se estiró para desperezarse. Eran poco más de las seis de la mañana, pero como todo hijo de Apolo despertaba con el sol. Amodorrado se sentó sobre la cama, entonces notó a la figura parada a los pies de su litera.

‒¿Nico? ‒cuestionó extrañado. Su novio no era la persona más madrugadora. De hecho, no era nada madrugador. La intranquilidad embargó al hijo de Apolo, si Nico estaba allí era porque probablemente algo grave pasaba.

Se puso de pie de un salto ‒¿Qué pasa? ‒cuestionó. Nico no le respondió.

El pelinegro continuó con la vista clavada en las mantas color azul cielo. Will se permitió observarlo detenidamente, tenía un leve rubor rosado en sus mejillas, y su pecho subía y bajaba como si buscara llenarse los pulmones de aire.

‒Will... me siento extraño ‒pronunció el pelinegro después de una pausa que al rubio le pareció eterna.

El rubio intentó halarlo para que se sentara en la cama. ‒Ven aquí déjame... ‒su voz se fue acallando en cuanto tocó el brazo del otro.

Palpó la frente del pelinegro para comprobar lo que su instinto le decía. ‒Ay Nico tienes fiebre. ¿Qué te duele? ‒preguntó mientras lo sentaba a su lado y se ponía a rebuscar un termómetro en la mesita de noche.

‒En realidad, no tengo dolor. Pero... si hay algo que me molesta ‒confesó agachando la cabeza.

‒¿Qué cosa? ‒indagó Will

Nico desvió la mirada, parecía... avergonzado.

Will arqueó una ceja. Su atención se desvió hacia las demás personas en la cabaña que lo esperaban cerca de la puerta para comenzar el día.

‒Adelántense a las duchas y a desayunar. Yo los alcanzo después. ‒aseguró.

‒¿Y bien? ‒preguntó nuevamente, una vez que estuvieron solos en la cabaña de Apolo.

Nico negó con la cabeza mientras sus mejillas enrojecían más. ‒Nico soy medico ¿recuerdas? ‒lo instó a hablar.

‒Bueno, es que... eso esta raro ‒murmuró bajo

Will meditó la información por un segundo ‒Cuando dices "eso" ¿hablas de tu pene?

‒¡Will!

‒Perdón, pero es que no se me ocurre otra cosa que te de tanta vergüenza

Nico bufó molesto. ‒Mi... eso está bien ‒murmuró. Will frunció el entrecejo confundido, y Nico se rindió ‒bueno... quizás no tanto.

El hijo de Apolo contuvo la risa. Sabía que no podía reírse o Nico no hablaría, pero le parecía absurda la dificultad que Nico estaba teniendo para contarle. Ellos habían estado juntos muchas veces y su novio no era precisamente calmado en la cama, pero de pronto decidía que estaba avergonzado en una consulta médica.

Nico suspiró armándose de valor ‒Yo estaba dormido... y bueno estaba teniendo un sueño ‒contó

‒Ajá

‒De esos sueños que suceden en la noche...

‒¿Un sueño húmedo? ‒lo ayudó a completar

Las mejillas de Nico ardieron, pero asintió. ‒Eso es normal ‒concluyó Will

‒No, no ‒discrepó Nico

‒Si lo es... hace unos días que no hacemos nada porque el campamento ha sido un desastre. Las ganas se acumulan, es normal. A mí lo que me preocupa es tu fiebre.

‒¡NO! ‒se quejó Nico ‒quiero decir, ya sé que eso es normal...

‒¿Entonces?

‒Cuando desperté ‒continuó Nico ‒fui a cambiarme porque... bueno ya sabes mi ropa interior estaba... sucia.

One-Shot's Solangelo y otras parejasWhere stories live. Discover now