II

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Fue sorpresa para Will que Jack Crawford apareciera una mañana en su casa.

Will miraba atentamente las últimas gotas de líquido caer en la cafetera cuando alguien llamó a su puerta. Al abrir sus perros habían salido como si fuera una invitación a explorar el jardín y la expresión en el rostro de Will cambió de molestia a vergüenza en el preciso instante en que vio al doctor Lecter justo detrás de Jack. Se sintió estúpido abriendo la puerta de su casa en calzoncillos y una vieja playera que servía como pijama.

Una vez dentro, el doctor Lecter parecía interesado por memorizar cada pequeño detalle de la casa: la forma en que se acomodaban los muebles, la cama a mitad de la sala, los juguetes para perro por todo el piso, los artículos para pescar y el tocadiscos en una esquina muy oculta de las miradas curiosas. Will quería preguntar qué hacían ambos hombres irrumpiendo en su casa un sábado por la mañana, pero la vergüenza había sido mucho más poderosa, por lo que en su lugar buscó su pantalón del pijama y le sirvió a ambos hombres del café que había preparado.

A decir verdad, Will no era el tipo de personas que juzgaba a los otros por sus preferencias en cuanto a la comida, pero había sido imposible ignorar que el doctor Lecter se detuvo un segundo al probar el café; no era lo suficientemente bueno para sus estándares o eso era lo que parecía. Jack, por su parte, dejó el café de lado y le tendió a Will una carpeta con el nombre Chesapeake Ripper, y de nuevo estaban ahí, en contra de su voluntad; y Will no estaba seguro de si estaba más molesto por la insinuación que implicaba traer a colación el caso por el que Miriam Lass había desaparecido y Will tanto había deseado cubrir, o si era que, deliberadamente, Jack había decidido ignorar la recomendación de Alana sobre no exponerlo a más trabajo de campo y lo ilegal que era involucrarse en las investigaciones.

— Es el mismo patrón —dijo Jack después de un rato, sonaba desesperado por probar su punto—. Ya ha hecho algo parecido. Un árbol creciendo en el pecho de un hombre. Lo de la nota es nuevo.

— La nota es más importante de lo que crees —dijo Will, y entonces tanto Jack como el doctor Lecter lo miraron curiosos—. Es un caso parecido, Jack, pero no es la persona a quien buscas.

¿Cómo sabes?, pensó que le preguntaría, en su lugar Jack lo miró de esa amenazante forma en la que solía hacerlo cuando alguien estaba siendo más listo que él.

Tal vez fue la imaginación de Will porque para ese punto la división entre el sueño y la vigilia parecía borrosa, pero podría haber jurado escuchar al doctor Lecter susurrar: "Pero podría"; y había sonado casi como una amenaza, una promesa macabra y un reto, una burla o tal vez, tan sólo era lo que Jack merecía. Will miró al doctor Lecter por un largo rato, estaba serio y claramente no la estaba pasando bien con ese café barato que Will podía ofrecerle; se preguntó, al ver la mueca de disgusto poco disimulada del hombre tras beber del café, ¿por qué alguien tan recatado como ese hombre parecía tan interesado en trabajar con alguien como él, un hombre que tenía su cama en la sala? Había algo en él, en el doctor Lecter, que revolvía su estómago, y aun así, deseaba entender por qué era tan misterioso.

— Si es importante, quiero que lo expliques —y el tono de Jack era demandante—. Te haría bien leer poesía este fin de semana.

Le tendió un sobre fechado tres días atrás, noviembre 2, con el nombre de Jack Crawford de destinatario y con la dirección de la estación de policías en la que trabajaba antes de llegar al FBI, pero sin remitente. Y así como había llegado a la casa, desapareció. El doctor Lecter había permanecido sentado en el sofá observando maravillado las fotografías del expediente y Will sintió un escalofrío subir por su espina dorsal al ver el interés que mostraba por el caso del Chesapeake Ripper. El hombre entonces lo miró, bebió del café y por fin se atrevió a hablar.

ᴍᴀᴄᴀʙʀᴇ | ʜᴀɴɴɪɢʀᴀᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora