Capítulo 20 | Teatro con un rebelde sin causa

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A esas lindas coincidencias que llamamos destino.


—¿Teatro? —bufa Amanda por el teléfono.

—Sí, empiezo hoy. ¿Sabes cuál será la obra?

—Mm, no sé. Creo que una del sapo y la serpiente.

—¡¿Qué?!

—Tranquila, es broma. —Escucho su risotada—. El año pasado hicieron un musical de Romeo y Julieta, seguro que este año hacen algo parecido. Mira, tú ve tranquila que nada puede ser peor que disfrazarse de serpiente.

—¡Ya me debo ir, Cassie! —me apura mi mamá.

—Sí, mamá, un momento. —Vuelvo la atención a Amanda—. ¿Siguen sin saber que soy yo la del video en el centro? —susurro.

—Nadie te ha sacado —repite con cero paciencia—. ¿Por qué tanto interés? ¿Hay alguien que no quieres que se entere o qué?

Ella no sabe nada de mi ex.

—No importa, te veo en la universidad. Besos.

—Ya, ya.

Le tiendo su celular a mi mamá, que viene hacia mí con los ojos entrecerrados, cargando su bolsa y enfundada en una vestimenta elegante que realza su postura. Lleva el cabello recogido en un moño en lo alto sin un pelo fuera de su lugar, no parece la misma vecina chismosa que para al pendiente de todo lo que sucede en la cuadra.

—¿Por qué tanto cuchicheo? —me pregunta, guardando su celular en el bolsillo de su saco.

—Mamá, no seas chismosa —protesto.

—Si te tengo que prestar mi celular, al menos quiero los detalles.

Me siento en el taburete de la alacena con unos pucheros.

—Me inscribí en teatro.

—¿Vas a actuar? Qué bueno. ¿Una comedia de directioners?

—Mamá... No me los recuerdes. —Mi cara es deprimente.

—Está bien. ¿Qué pasa?

—Creo que cometí un error, no sé si quiero actuar frente a todos. ¿Qué tal si me da pánico escénico y me olvido las líneas? ¿O qué tal si me caigo? ¿Y si lo arruino todo y me comienzan a odiar?

—Cassie, sabes que no es bueno sobrepensarlo todo.

—Pero puede pasarme, puedo caerme frente a todos y medio campus se reiría de mí. —Escondo la cara entre las manos—. Me gusta la atención, pero no esa clase de atención, mamá.

—Lo harás bien —me tranquiliza con una mano en mi cabeza—. Estaré ahí para aplaudirte, qué importa si te caes, todos nos hemos caído una vez. Lo que importa es que te levantes.

La abracé antes de que ella se separe de mí para caminar a la puerta.

—Y hazlo bien si quieres un nuevo celular —me amenaza.

No sé cómo estoy sobreviviendo tanto tiempo sin celular, todo por ese chico de la fiesta que me lo robó, no sabía que bailar con un chico guapo para molestar a otro me saldría tan caro. Ahora solo me queda revisar mis redes sociales por la laptop y chismear con mis mejores amigas en las noches, ellas sí están al corriente de todo lo que ha pasado estos últimos días, del video y de lo que casi pasa en las escaleras, incluso de la aparición de Fabricio Guerrero en mi universidad. Sí, el grito en el cielo que pegó Etel de la rabia me lo confirma.

Miro el reloj. No puede ser, estoy tarde. Salgo apresurada de mi casa para ir a la estación de buses con una bolsita de queque en la mano justo cuando mis tres vecinos salen de su casa.

Una Conquista FamosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora