Capítulo 27 | Existe una galaxia en tu mirada

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TRAVIS FADEN

—Romper una regla más.

Ya no puedo rebelarme contra la verdad: Estoy rendido a ella.

Estoy cansado de actuar como si no jodería el mundo por besarla una vez más.

Estoy cansado de convencerme de que me roba miradas solo por curiosidad.

Estoy cansado de fingir que no estoy loco por ella.

Y estoy cansado de esta maldita distancia.

Me inclino lentamente hacia ella y sus labios entreabiertos apenas tocan los míos, un leve roce inestable que me vuelve loco. Sé que en el momento en que la bese habré roto una regla y que no podré dar marcha atrás porque habré caído totalmente por ella, pero me permito disfrutar de esta cercanía agonizante. Está frente a mí, demasiado cerca con las mejillas sonrojadas, los labios enrojecidos y su aroma dulce que se cuela en mi nariz.

Me pregunto cómo será enterrarme en su cuello.

Me pregunto cómo será abrazarla sin que me rechace.

No lo soporto más y lo suelto todo para aferrar su rostro con una mano y devorar sus labios. Su espalda choca contra la pared y ella suelta un jadeo que me nubla los sentidos por completo al punto de solo pensar en besarla. Clavo los dedos en su cintura y la acerco más a mi cuerpo, la siento encajar con cada parte de mí y tiro de su labio inferior con una leve mordida porque no he dejado de insultarme por ser un imbécil cuando no lo hice la primera vez.

Y verla mordérselo ella misma me estaba volviendo loco.

Bajo las manos hacia sus piernas y las enredo en mi cintura. Su piel es suave y tersa. Maldita falda que me ha atormentado desde que entró a mi cuarto, no he podido apartar la mirada de sus piernas esbeltas. Apoyo su espalda contra la pared, ella queda unos centímetros más alta que yo, y la beso con fervor, buscando incursionar en cada centímetro de su boca. Sus manos se enredan en mi nuca y me deja vía libre para explorar más su sabor. Ella juega con su lengua y lame mi labio, lo que me hace soltar un gruñido y comerle la boca. Se siente como si fuera la primera vez que la beso y es que el primer beso me tomó tan desprevenido para reaccionar y el segundo fue apenas un roce.

Este tercero planeo aprovechar cada segundo.

Sus manos juegan con mi cabello y aprovecho para hacer algo que me ha atormentado desde que me acerqué a ella. Escondo el rostro en su cuello y aspiro su aroma. Mierda, es delicioso. Dulce como ella, solo le falta añadir mi pizca de rebeldía. Comienzo a besar su cuello mientras la sostengo contra la pared y lamo su piel sensible. Su piel se eriza y se le escapa un gemido en mi oído.

Ella no lo sabe, pero ese sonido me ha parecido lo más atractivo que he escuchado en mucho tiempo.

Incluso más que los acordes de mi guitarra.

Sujeto sus muslos contra mi cadera y la llevo a la cama. Espero a que me lance una bofetada o algo porque me ha dejado muy en claro que no soy su tipo, así que le como la boca para ahogar cualquier reclamo cuando su espalda choca suavemente contra el colchón. Ella no rechista y se me escapa una sonrisa. Así que jamás querías volver a estar cerca de mí, ¿eh?

Me coloco entre sus piernas y clavo una mano en su cintura mientras le beso el cuello. Ella tira de mi cabello y entonces sé que le encanta. Lamo esa zona sensible de su piel y succiono solo un poco, lo justo para marcarla y que vuelva inconscientemente a mí para echármelo en cara.

Porque me encanta fastidiarla, no reacciona con todos como lo hace conmigo, para los demás son sonrisas forzosas y respuestas amables mientras a mí me mira como si me quisiera lanzar un taconazo en la cara. Otro, porque el primero que me dio casi me vuela la mitad de la cabeza. Y tener a esa misma chica ahora debajo de mí, con los labios enrojecidos por mi culpa, me hace querer romper cada una de las reglas con ella.

Una Conquista FamosaWhere stories live. Discover now