Lunes
—¿Quieres ser mi novia?
Mierda.
—Sí.
Llegué a casa sin olvidarme de esas palabras que Jeremy me había dicho hace dos días, pero, desde que hablé anoche con Sebastián, se repitieron más.
Mamá no estaba, dejó una nota en la mesada. Tuvo un imprevisto, pero no especificó cuál.
Abrí la nevera y saqué la botella de jugo. Ni me esforcé en buscar un vaso, tomé directamente de allí. Un. Dos. Tres tragos. Desvié mis ojos hacia una figura en el suelo.
—Bola peluda.
Ladeó su cabeza a un costado y una de sus orejitas se levantó. Me causo ternura. Su cara de confusión provocó que de mis labios se formara una leve sonrisa. Sacó su lengua recomponiéndose y movió su colita dando saltos nuevamente.
—Que no se te haga costumbre— dije tirándole la pelota que había junto a la mesada.
Corrió a buscarla, sus garritas hacían un ruido en el piso que me provocaba dulzura. No sé si se quedó con ella donde sea que se haya ido, o me la trajo. Pero tampoco iba a saberlo. Subí a mi habitación y le envié un mensaje a Jeremy.
Sabía que sus padres no estaban. Trabajaban doble turno.Nos saludamos.
—Tuve un día de mierda—dice él—. No hablemos, por favor.
Me encogí de hombros asintiendo sin problema alguno. Pasamos directo a su habitación y… ¡Dios mío! Como diría nuestra divina Joana Marcus: Estúpido JARED.
Pues.
¡ESTÚPIDA JULIA!
Me adelantaré a los hechos. A la mierda todo lo que iba antes.
—Sebastian.
—¿Qué?—se separó de mí.
<<¡Sí cariño, eso ha salido de tu inocente boca! ¿Se nota el sarcasmo?!>>
Abrí mis ojos.
Puta madre.
—Que mañana tengo sesión con él.
—¿Piensas en tus sesiones cuando estamos follando?
<<No exactamente>>
—No haré esto—se levantó y comenzó a vestirse.
—Jeremy, alto—me acerqué a él antes de que pudiera irse—, no te vayas.
—No voy a hacer esto sí solo yo estoy dispuesto.
—¿A qué? ¿A lo que estábamos haciendo?
—No solo a eso, Julia, sino a todo lo demás— bufó. Yo no le quitaba los ojos de encima pese a que no me estuviera viendo—. Yo de verdad quiero algo contigo, y te juro que hago todo lo posible para que funcione, pero se siente incorrecto....¿Sabes? Cómo si....si estuviera solo en esto.
—Ya…perdóname— acaricié su rostro con voz penosa.
Me tomó de mis muñecas fijando su mirada puramente en la mía.
—Prométeme que todo lo que tenga que ver con tu terapeuta lo dejaremos para otro momento, o lo hablaremos con otra persona.
—No te interesa cómo…
De pronto se hace el silencio. De pronto mi espalda chocó con la pared, y fui consciente de como me besaba
—Y a ti no te interesa Ariadna—dice separándose a centímetros de mi boca—. Ese era el trato, ¿no?
—Nunca hubo trato—mi pecho subía y bajaba con rapidez.
—Pues felicidades—apretó uno de mis pechos haciéndome gemir—. Ahora lo hay. Yo no hablo de mi hermana—mordió mi labio inferior —, y tú no hablas de tu terapeuta, ¿a qué es genial?
No respondí, no podía si volvió a embestirme.
—Espero—dice sin detenerse —, que canses a tu terapeuta por hablarle de mí. Como yo me estoy cansado de oírte hablar de él.
<<Sí, bueno....no es exactamente así, pero...>>
Nota mental:
Dejar de pensar en Sebastian, al menos en los momentos inoportunos. Por qué dejar de pensar en él por siempre…
<<Pues es un caso difícil. No podrías, ni aunque lo intentaras>>
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—¡¿Podrías por favor comportarte como mi mejor amigo y no como un idiota que me hace bullying?!
Él seguía con sus carcajadas. Vi como un par de lágrimas salían de sus ojos. Ya se había atragantado una vez por la sorpresa, cuando tomó un poco de agua, entró en una crisis de risa. Llevaba riéndose de esta manera hace como diez minutos. Y cada que paraba, abría sus ojos y me miraba, volvía a lo mismo.
Le pegué una patada en sus partes íntimas, acallándolo.
—Eso dolió—se quejó.
—Pues es serio—me crucé de brazos.
—Desde mi punto de vista. Fue un buen trato.
Es cierto.
—Y en cuanto a lo otro…
—Ni se te ocurra volver a reírte—dije a regañadientes amenazándolo con un tenedor.
— No puedes estar con alguien si piensas en otro hombre. Y hasta lo nombras en momentos pocos convenientes. Me parece una barbaridad.
—¡Que no pienso en él!
Todos en aquella cafetería miraron hacia nuestra mesa. Impactados por mi tono de voz.
Se adelantó de la silla y me pidió lo mismo. Cuando estuvimos frente a frente. Cara a cara. Lo suficiente para que nosotros dos no escucháramos, él susurró:
—Entonces deja de nombrarlo y tenerlo en la mente cuando tienes sexo con lo que sea que sea Jeremy. Y deja de decir que Sebastian no te gusta, porque acabas de confirmar lo contrario.
—Suficiente—me separé de él, tomé mis cosas y me fui.
Cuando llegué a casa mamá me preguntó dónde estuve todo el día. Dije la verdad, bueno, una parte.
—Me junté con Chris en una cafetería—respondí seca.
—Oye niña, ¿Qué te pasa?—se cruzó de brazos.
—¿La verdad?
—Por favor.
—No tengo idea, deja que se me conecten todas las neuronas, pueda descubrirlo, y luego te cuento, ¿va?
No esperé su réplica, solo seguí con mi camino hasta llegar a mi habitación.
Me tiré en la cama, tomé una de mis almohadas y grité.
Una vez sacada toda la ira, o lo que sea que esté sintiendo mi cuerpo en el momento, acomodé mi cabello, fui al baño y me miré al espejo.
—Maldito Sebastian, ¿Qué me hiciste?
Comencé a llorar cayendo de cuclillas.
—No puedo sentir nada, ¡Que no me lo merezco! Lo destruyo to-todo.
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Hasta Siempre ✅
Teen FictionDicen que no hay mal que por bien no venga. Que después de la tormenta siempre sale el sol. Pero ya habían pasado dos meses y seguía esperando. Había tirado la bandera... Y entonces, apareció él. © Todos los derechos reservados Queda totalmente pro...