Capítulo 45

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Martes



Nuevamente aquella insufrible pesadilla. Era la misma de siempre, la que se repetía por las noches, o de día, solo que se iban sumando momentos, ahora…ahora no solo…

Sus ojos fijos en los míos.

Lentamente me acercaba a esa persona irreconocible. Mi remera comenzó a mancharse con sangre. Más me acercaba a la víctima, más rápido aquel liquido rojo crecía en mi vestimenta. Le siguieron mis manos.

—Julia… ¿me oyes?

—¿Qué?—volví a la tierra, al presente, al menos una parte de mí lo hizo.

Estaba en la casa de Sebastian. En la puerta. Frente a él.

—¿Todo bien? Aún no tenemos sesión.

—¿Ocupado? - pregunté apenada tan solo de imaginarme que interrumpí a un paciente.

—No. Pasa.

Estaba haciendo un frio de locos fuera. Pero…
Iba a hacerlo, iba a ingresar, lo juro. Pero la parte idiota de Julia, aquella irracional, precipitada y bruta, superó mi cordura. Así que desobedecí. Por el contrario, me acerqué a él y lo miré detenidamente.

—¿Qué sucede? Morías de frío como sigas aquí afuera.

<<Hazlo, no perderás nada. La vida es una, deberías saberlo tú mejor que nadie. No perderás nada.>>

<<Hazlo. >>

<<Hazlo. >>

<<Hazlo. >>

Me acerqué a él sin previo aviso y lo besé. Y aquel frio que hasta un momento sentí, desapareció.

Tomé su nuca impulsandolo más a mí y él acunó mis mejillas. Separé mis labios para tomar aire, pero entonces su lengua se adentró hasta encontrar la mía.

Hace mucho que no besaba así a alguien, ni que me besaban así a mí.

<<Nunca te pasó esto>>

Se detuvo para recuperar el aire y ahí fui consciente de que estaba adentro, sus labios hinchados y nuestras respiraciones irregulares.

No sé separó. No me separé. Nos miramos por lo que parecieron siglos. Hasta que él habló.

—Julia, esto...

¿Qué acabo de hacer?

Quitó sus manos de mis mejillas de manera pausada.

—Lo siento, yo…—miré para otro lado—…cuanto lo siento.

—Julia, tranquila—llevó dos dedos a mi mentón y giró mi cara para que lo mirara.

¿Qué veía en sus ojos?

<<¿Y si él también quería besarte?>>

—¿Por qué no te sientas? Y hablamos....

—¿Sentarme? ¿Hablar? ¡ACABO DE BESARTE!

Perfecto, comenzaron a caerme lágrimas.

—Acabo de besarte. Y fue...—comencé a salir.

—Julia, espera...

—... Una estupidez total...

—Escúchame.

—Claramente, ¿y quieres que me siente? No, yo…esto está mal.

Bajé las escaleras y me alejé.

—¡Julia!

Hasta Siempre ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora