Capítulo 28. "Cuenta atrás"

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Clarke se incorporó y miró una última vez a su madre antes de ponerse en marcha. Su gesto se había relajado, ya no existía esa expresión de dolor en su rostro, como si finalmente hubiese hallado la paz allí donde fuera que se encontrara ahora.

Quizás hubiese preferido no tener que dejarla en aquel áspero y estéril laboratorio. Pese a todo seguía siendo su madre, pero tenían que localizar el laboratorio al que habían llevado a las crias de rachni para criarlas como soldados, lo que había funcionado a medias, teniendo en cuenta que esas bestias no respondían ante nada ni ante nadie, ni siquiera ante su propia reina; y acabar con todas ellas si querían darle realmente una nueva oportunidad a la última reina rachni junto al resto de la galaxia.

— Volveremos a por ella... -aseguró Lexa, leyendo su pensamiento.

Clarke miró a la castaña y asintió.

Tal vez, Benezia fenecía allí, pero aún quedaba gente a la que salvarle la vida. No podían permitir que esos rachni salieran de la estación Grieta. Menos podían permitir que Saren alcanzara su objetivo.

— Te lo agradezco, comandante. Pero no hay tiempo que perder ahora. Debemos acabar con la amenaza de los rachni -respondió la asari, iniciando la marcha — ¿Vamos?

Costia arqueó un pocos las cejas, sorprendida por la reacción de la doctora. Sin embargo, no dijo nada al respecto y la siguió, deseando más que nunca salir cuanto antes de allí.

Lexa, en cambio, se tomó unos segundos más para salir tras ellas; por una parte apreciando el valor de Clarke, su fortaleza y la entereza con la que parecía haber aceptado el hecho de que perdía a su madre y se centraba de nuevo en la misión, casi como si no hubiese pasado nada. Pero, por otra parte, temiendo que, de no expresar su dolor ahora, ya nunca consiguiera hacerlo.

Sabía que ellas no habían conservado una buena relación a lo largo de los años, pero eso no implicaba que Clarke no quisiera a su madre, menos que no sintiera su muerte. Y Lexa solo esperaba que si lo necesitaba, Clarke supiese que podía contar con ella en todo momento.

Mira, la inteligencia virtual, las dirigió hacia el único ascensor que comunicaba con el susodicho laboratorio al que habían llevado a las crías de rachni; el mismo ascensor que el capitán Ventralis sabiamente había bloqueado con la intención de contener a los alien en lo más profundo de las entrañas de la estación y cuya tarjeta le había entregado, incluso sin pedirlo, cuando bajaron del tranvía.

Lexa reconocía que entonces le resultó curioso, por no decir que le resultó extraño que en esta ocasión no hubiese necesitado tirar de su encanto o echar mano de la intimidación para que Ventralis le diera su pase, especialmente después de comprobar que para llegar hasta la estación Grieta habían tenido que hacer algunos favores a cambio.

Podría ser que Ventralis solo hubiese visto el cielo abierto con su llegada, negándose a enviar a sus hombres allí abajo, sabiendo que los enviaba directamente a morir. Pero su intuición le decía que había algo más en las intenciones del capitán que él no había dicho.

Subieron al ascensor y descendieron varios niveles, desde donde recorrieron las galerías inferiores hasta localizar el laboratorio, en cuya sala principal, encontraron a un humano sentado en una silla en mitad de la sala.

Reconocieron en él el mismo traje de Binary Helix que ya habían visto en varios de los científicos refugiados en la zona de los dormitorios. Seguramente, Han Olar no era el único científico que había sobrevivido a la fuga, aunque sí el único que había escapado del laboratorio.

Quizás estaba herido y, aunque a simple vista no pudieron saberlo, se abrazaba así mismo, apretándose con fuerza el abdomen y, por su expresión, parecía que se hubiese rendido mientras esperaba su destino.

 -CLEXA AU-MASS EFFECTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora