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Jimin estaba muriéndose de vergüenza, Hoseok tenía que pagarle por sus servicios y se estaba duchando aún

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Jimin estaba muriéndose de vergüenza, Hoseok tenía que pagarle por sus servicios y se estaba duchando aún. El peli naranja estaba sentado en la sala junto con el señor Min, mientras los dos esperaban al señor Jung. Jimin se removió incómodo bajo la mirada de escrutinio que Yoongi le daba, cuando sintió un ardor doloroso en su parte baja.

—¿Estás bien? —preguntó Yoongi.

—S-sí, yo solo...

—Oh —al parecer el señor Min comprendió la causa del dolor de Jimin y bajó su mirada al suelo con el ceño fruncido y los puños cerrados. ¿Le dio asco verle así a Jimin? Jimin se mordió los labios, no quería que el señor Min tuviera una mala imagen de él. Lo cuál era bastante contradictorio pues él sabía que Jimin se prostituía.

—Lamento que haya visto aquello... probablemente ahora sienta asco de mi.

Yoongi lo miró sorprendido. Parpadeó un par de veces y entonces suspiró.

—No me dió asco, simplemente... vi que Hobi fue muy bruto contigo y eso... no me gustó.

Lo último dijo en un susurro suave que envió una ráfaga de punzadas en el corazón de Jimin. La forma en que el señor Min hablaba, parecía que se preocupaba por Jimin.

—No se preocupe señor Min. Yo estoy bien, estoy acostumbrado.

—No deberías estar acostumbrado a esto, espero que pienses lo que te dije.

Jimin se sonrojó y asintió. Pero no quería ser una carga para el señor Min.

—Lo pensaré.

—¿Qué es lo que pensarás? —la curiosa voz de Hoseok asustó a Jimin que dio un salto en su lugar.

—N-nada...

Hoseok lo miró con los ojos entrecerrados y luego miró a Yoongi. Después de un minuto de silencio le pasó unos cuántos billetes a Jimin.

—Señor Jung... esto es más de lo que cobro. —dijo Jimin al darse cuenta de que Hoseok le pagó de más.

—Quédatelo bebé, te moviste tan deliciosamente que te lo mereces. Lástima que no te uniste Yoongi, porque lo hizo como todo un profesional.

Jimin se sintió incómodo con aquel comentario malicioso disfrazado de halago. Miró al señor Min que se mantenía en silencio, sus mejillas estaban ardiendo de la vergüenza.

Por primera vez en su vida, Jimin no quería ser una puta frente a alguien. No quería que el señor Min pensara eso de él.

—Y-yo me retiro.

Casi corriendo y no dando tiempo a los dos hombres a despedirse salió del lugar. Justo antes de doblar la esquina escuchó su nombre en varios llamados. El señor Min corría detrás de él.

—¡Jimin! Y-yo... quería saber si quieres ir por un helado conmigo.

Jimin se sorprendió bastante con aquello. ¿Un helado? El señor Min quería tomar con él un helado. ¿Por qué? Había tantas personas en el mundo que lo merecían más que él.

—No quiero robarle su tiempo señor.

—Por favor, realmente quiero ir por uno, y de paso te llevaré a tu casa.

Jimin dudó un poco, pero luego aceptó. El señor Min lo llevó a un barrio muy tranquilo en la ciudad. Jamás había venido a ese lugar. Las casas eran modestas pero hermosas.

—Vengo a este lugar siempre que quiero despertarme. —habló el señor Min.

—Es muy bonito.

—Mi casa está a una cuadra de aquí.

—Oh...

Jimin quería preguntar dónde quedaba la casa del señor Min. Pero sentía que sería imprudente, era probable que él no querría llevar a un prostituto a su casa. Pero entonces todo a su alrededor se volvió oscuro, sintió como sus fuerzas lo abandonan. En el fondo oía como el señor Min gritaba su nombre. ¿Por qué el señor Min tenía esa expresión en su rostro mientras lo llamaba? Si seguía haciendo esa expresión, Jimin podría pensar que realmente se preocupa por él. Y Jimin no quería pensar eso, porque su corazón dolía. Jimin no quería ilusionarse.

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Atracción Genética © YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora