009

741 56 0
                                    

Una leve punzada en su cabeza lo alertó y fue despertando lento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Una leve punzada en su cabeza lo alertó y fue despertando lento. Al abrir completamente sus ojos se encontró con una habitación desconocida, cortinas azules y una sábana blanca y suave. La habitación era muy bonita, no tenía decoraciones innecesarias, solo lo necesario. Escuchó la puerta abrirse y vio al señor Min entrar por ella con una pequeña bandeja.

—Oh, ya despertaste. Te traje un poco de analgésicos y comida. —dejó la bandeja en el regazo de Jimin.

—¿Qué sucedió? —preguntó confundido.

—Te desmayaste, y te tomé la temperatura, tenías fiebre y te traje a mi casa. Te puse algunos paños fríos pero tienes que tomar estos medicamentos. Jimin parpadeó un par de veces pero luego obedeció y tomó los remedios que le trajeron. Lentamente comió lo que el señor Min le trajo hasta dejar el plato vacío.

—Deberíamos ir al hospital.

—Muchas gracias señor, pero creo que es mejor que me vaya a mi casa.

—No te dejaré ir hasta que estés bien.

—Tengo clientes que atender.

Yoongi se quedó callado. No podía creer que aún estando enfermo, Jimin tuviera que atender a esos hombres. Aquello le causó un estrago en el estómago.

—Pagaré por esta noche, el doble. Así que avisale a tu madre que no llegarás.

Jimin se sorprendió y asintió, honestamente se encontraba muy cansado como para tener sexo con esos hombres. Así que sin esperar le envío un mensaje a su madre, no es que le importaba donde Jimin pasaba la noche, pero si le importaba el dinero que su hijo conseguía.

Yoongi le prestó a Jimin un conjunto de ropa para que éste pudiera ducharse. Le tomó la temperatura un par de veces más hasta que por fin bajó la fiebre, también le secó el cabello pues el joven no tenía la intención de hacerlo. Jimin se sentía muy extraño mientras el señor Min pasaba sus dedos por sus cabellos. Su corazón palpitaba rápidamente y sentía mucho revuelo en su estómago.

Se sentía muy bien, como si fuera un niño que está siendo mimado. El señor Min le preparó una cena y pudo comer abundante como hace muchas semanas no lo hacía, pues en su casa nadie hacia la cena y le quitaban todo su dinero para comprarse algo decente, entonces Jimin tenía que sobrevivir con lo que había.

—Puedes dormir en mi cama y llevaré tu ropa en el lavarropas. —habló Yoongi mientras se encargaba de lavar los cubiertos.

—¿Y usted?

—Dormiré en el sofá.

—Usted es el único hombre que me compra y no me usa. —inmediatamente se arrepintió al decir eso.

Yoongi negó con la cabeza y apretó su mandíbula, se quedó callado por un tiempo demostrando que aquel comentario le molestó bastante.

—No eres un objeto para usar. Y no te compré, es la única manera de que descanses.

—Señor Min.

—¿Qué?

—¿Puede dormir conmigo?

Yoongi giró inmediatamente y pudo ver la mirada de suplica que tenía Jimin, se veía tan frágil y tan roto, él quería abrazarlo toda la noche y robarlo de ese horrible lugar que solo gastaba su cuerpo y su alma. Yoongi quería proteger a Jimin.

—Está bien, dormiré contigo.

Jimin se sonrojó levemente y se acostó, mientras Yoongi se preparaba para dormir, lo observaba atentamente, cada uno de sus movimientos. Sintió la cama hundirse a su lado y entonces lo vio a él. Su mirada clavándose profundamente, Jimin se permitió mirar cada una

de las facciones de Yoongi, su piel pálida y suave, sus labios finos y rosados, sus cabellos alborotados y sedosos, según percibía el menor.

—Señor Min.

—¿Qué?

—No debería ser tan bueno conmigo.

—¿Por qué no?

—Porque si sigue así, terminaré enamorándome de usted. Así que por favor, no haga que me enamore de usted, no me haga eso señor Min.

Las lágrimas resbalaban de sus brillantes ojos y la luz de la luna se reflejaba en ellas a través de la ventana en la habitación que estaba a oscuras. Yoongi agarró a Jimin y lo envolvió con sus cálidos brazos, acarició su espalda lentamente mientras escuchaba los pequeños sollozos que el menor dejaba en su pecho, clavándole un cuchillo en el corazón con cada llanto.

—Estoy aquí Jimin... estoy aquí.

 estoy aquí

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Atracción Genética © YOONMINWhere stories live. Discover now