Capitulo 5: Aquellos ojos carmesí

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La oscuridad lo envolvía como una manta fría y opresiva.

Aunque estaba consciente, no podía sentir nada.

Trató de tocar su pecho para sentir su corazón latir, pero no había pecho.

En realidad, no había nada. No sentía sus patas ni sus piernas, ni siquiera su corazón.

Miró a su alrededor, pero no había nada más que la oscuridad, como si un abismo lo hubiera tragado por completo.

No había paredes, techo ni suelo.

Nada.

La ansiedad comenzó a apoderarse de él cuando un pensamiento se cruzó por su mente:

Estaba... muerto?

El silencio era irregular. Por un lado, lo reconfortaba, pero al mismo tiempo era inquietante. Fuera de lugar.

Quería calmarse, pero su respiración era agitada y jadeante. Y estaba seguro de que si pudiera sentir su cuerpo, estaría temblando y temblando, y no pararía nunca.

De repente, su pata sintió el frío del metal. ¡Estaba allí! Estaba entumecida, pero estaba allí. Lentamente, sus sentidos comenzaron a volver, y con ello, su preocupación disminuyó.

Sintió el calor de sus patas que contrarrestaba el gélido suelo.

Sintió sus puntiagudas orejas, siempre alertas a cualquier sonido que pudiera aparecer.

Sintió su esponjosa melena que le proporcionaba un calor agradable, pero raramente, más de lo que solía hacer.

Sintió su cola tupida pero peluda que se movía cautelosamente y con curiosidad...

Espera, su cola no debería ser así, su melena tampoco.

Al recuperar completamente su vista, inmediatamente se tocó la melena y la inspeccionó.

No, algo estaba mal aquí. Su pelaje ya no era amarillo, sino un marrón que cubría todo su cuerpo.

Solía ser tan pequeño?

Su melena ya no se erizaba como solía hacerlo, en parte porque ya no podía electrizar su cuerpo tampoco.

Era difícil de creer, pero era obvio en lo que se había convertido:

Un Eevee.

Haber, retrocedamos un poco.

Hace poco tiempo era un Jolteon, luego todo se puso extrañamente oscuro y ahora era un Eevee, y estaba en...

En...

No puede ser...

Era el mismo lugar del que había escapado hace muchos años.

El mismo cuarto cerrado, el mismo metal frío, el mismo silencio inquietante.

¡Todo era lo mismo! ¿Qué hacía allí? ¡Juró que había escapado!

Hasta que, un sonido, una voz, lo sacó de sus pensamientos.

Su pelaje se erizó, temblaba sin parar y su respiración se volvió pesada.

Por qué?

Por qué, por qué, por qué, POR QUÉ?!

Era la misma carcajada rasposa, diabólica, la misma que retumbaba en sus tímpanos y se burlaba de él como solía hacer antes.

Jolteon's Found FamilyWhere stories live. Discover now