CAPÍTULO 32

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BRUNO

Antes que pueda encender el motor del auto, mi teléfono comienza a sonar. Miro la pantalla con sorpresa, es una llamada de mi hermana, algo bastante extraño.

— ¿Cami? ¿Todo bien? —pregunto, ya que era raro recibir llamadas suyas sin un verdadero y grave motivo.

— Bruno... es papá.

— ¿Qué pasó? —un nudo se forma en mi garganta y pienso lo peor. Algo malo ha pasado.

— La ambulancia está llevándolo al hospital. Parece que tuvo un infarto — explica tratando de mantener la calma—. No quería que te avisara, dice que estás trabajando y muy lejos de casa, pero mamá está muy nerviosa, con Daniela no sabemos cómo contenerla.

— Está bien Cami, hiciste bien en llamarme. ¿Papá está consciente?

— Si, necesitan hacerle más estudios y tenerlo en observación. Tiene un fuerte dolor en el pecho, se cayó desplomado al piso y no se podía mover. Nos asustamos muchísimo. Pensé que se moría. Todavía me tiemblan las manos.

Una opresión en el pecho me embarga. Mi familia me necesita. Mi madre y mis hermanas están asustadas y mi padre hasta podría morir.

— ¿A qué hospital van a llevarlo?

— Al Hospital Allende.

Hago una pausa mientras mi mente piensa las opciones que tengo. ¿Qué hago? Tengo a Trinidad a mi lado, y una investigación en curso a más de cien kilómetros de aquí. Pero mi familia está pasando un mal momento y debería acompañarlos.

— Bruno, no hace falta que vengas —afirma con voz temblorosa—, nosotras nos encargaremos. Puedes seguir con tu trabajo y te avisaremos que dicen los médicos.

— ¡Ay Cami! Quisiera estar allá con ustedes. De verdad.

—No te preocupes hermano. Te llamaré cuando tenga más noticias.

— Si por favor.

Al colgar, Trinidad me miraba expectante.

— ¿Pasó algo malo?

— Es mi padre. Acaba de sufrir un infarto y están llevándolo al hospital —le explico mientras pongo el auto en marcha—. Mi madre y mis hermanas está muy preocupadas. Me avisarán cualquier novedad que ocurra.

Un silencio se instala entre nosotros.

Estoy pensando que hacer. Se que mi madre me necesita con ella en estos momentos. Mis hermanas estarían más tranquilas si las acompaño. Soy el hombre de la familia y debería acompañar a mi padre en el hospital, pero ¿Qué hago con Trinidad?

Quisiera pedirle que me acompañe. Que esté a mi lado en este momento difícil de mi familia.

Pero ya le he pedido demasiado. La involucré en esta investigación y los interrogatorios, prácticamente la obligué por medio de Cristóbal a venir conmigo hasta Alta Gracia, sería demasiado pedir que también esté conmigo en mis temas personales y me acompañara a Córdoba.

— ¿Estás bien? — pregunta mientras se queda mirándome.

— Un poco preocupado. Mi padre es un hombre fuerte, nunca ha tenido ningún problema de salud. Es la primera vez que algo así le pasa —explico —. Se que mi madre y mis hermanas están muy asustadas y debería estar con ellas.

— Deberías ir— dice encogiéndose de hombros.

Suena sincera.

— No quiero complicarte más del día —confieso con sinceridad—. Me has ayudado en todo lo que te pedí hasta ahora, y prometí llevarte hasta tu casa.

— Sabes que no creo en las casualidades ni coincidencias. Dios permitió que estuvieras a pocos kilómetros de Córdoba justo cuando esto le sucede a tu papá para que puedas llegar a tiempo—explica con una paz que logra calmar mis pulsaciones aceleradas—. Creo que necesitas tener un poco más de fe y mirada espiritual de las cosas. Dios nos trajo hasta Alta Gracia para que puedas estar con ellos hoy mismo.

No me había detenido a pensar en eso. Si me encontraba en Alpa, tendría 3 largas horas de viaje. Pero aquí desde Alta Gracia solo 40 minutos de ruta hasta el hospital.

¿Acaso Dios había actuado en esto?

— Bruno, puedo tomar un colectivo desde la terminal y regresar a mi casa.

— O podrías acompañarme— sugiero sin rodeos.

— ¿Quieres que te acompañe?

— Sería bueno tener a una amiga a mi lado.

Trinidad baja la cabeza y sus mejillas vuelven a tomar ese color rojizo. No quiero presionarla, necesito hacer lo correcto en todos los sentidos. No quiero arruinar lo que comienza a crecer entre nosotros, y quiero estar con mi familia. Suena demasiado ambicioso tener las dos cosas: su compañía y a mi familia.

— Si quieres regresar, te llevaré a la terminal y pagaré tu boleto.

Se detiene unos segundos a pensar.

Levanta el rostro con una decisión tomada y mi corazón se acelera rogando que acepte venir conmigo.

— Te acompañaré— susurra de manera dubitativa—. Le avisaré a mi madre que llegaremos más tarde de lo previsto— agrega tomando entre sus manos el celular y comienza a escribir.

El corazón me da un salto de alegría en el pecho. Trinidad me acompañará y conocerá a mi familia.

Un lugar olvidado (COMPLETA)Where stories live. Discover now