CAPÍTULO 67

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Hola lectores, se vienen los últimos capítulos de esta historia!!!! No se pierdan las actualizaciones de estos proximos días!!! Y dejen sus comentarios!! quiero leerlos!!

BRUNO

Llegué al hotel completamente exhausto. La noche anterior apenas si había dormido leyendo las pruebas y evidencias que Trini dejó en la iglesia, muy temprano comencé los trámites en la comisaría, y de allí  el proceso legal para allanar la casa de los Contreras, inspeccionar sua vehiculos y presentar las citaciones para declaraciones e indagatorias a Catalina y Julián.

Terminé el día en el hospital visitando a Trinidad, contándole todo lo que había sucedido y llorando con tristeza al no recibir ninguna respuesta positiva.

Caí rendido sobre la gran cama, sin sacarme la ropa, sin cenar nada, solo necesitando dormir y recuperar fuerzas.

Cerca de la madrugada desperté con un sobre salto. Mi corazón parecía salirse de mi pecho y mi cuerpo estaba sudado frío.

No podía recordar con exactitud que había pasado en mi sueño, pero tenía que ver con Trinidad y no era bueno.

¿Le habría pasado algo?¿Estaría bien?

La angustia fue creciendo de manera insoportable.

Miré el celular, las cuatro y media de la madrugada.

No tenía ningún mensaje.

¿Sería prudente enviarle a Bianca un mensaje y preguntarle por Trini?

No podía volver a dormir.

El corazón se agitaba de manera incomprensible en mi pecho y un dolor se instaló dentro de mí. Era como un presentimiento, un mal presentimiento.

Quedé paralizado.

Por un lado, quería llamar a Bianca o correr al hospital para saber si Trinidad estaba bien, pero otra parte de mí no quería saberlo. No quería recibir la noticia de que ella había empeorado o peor aún, que había muerto. Como si al no saberlo prolongara la vida de ella y mis ilusiones de volver a ver su sonrisa, escuchar su voz, mirar esos hermosos ojos cafés, o disfrutar algún día de sus labios nuevamente.

Más de media hora me tomó juntar el valor necesario para levantarme de la cama, cambiarme la ropa arrugada y salir del hotel.

Al sentarme en el auto, allí frente al volante, la angustia volvió a crecer.
Las manos comenzaron a transpirar, el pulso se volvió más rápido y me sentí como años atrás en el caso de Martina y Verónica.
Estaba paralizado, teniendo un ataque de pánico o ansiedad, todo por aquella pesadilla.

Respiré intentando calmar mis pulsaciones. Cerré los ojos diciéndome una y otra vez que nada había pasado, que todo era una pesadilla, que Trinidad estaría acostada de la misma manera que la dejé horas atrás. Entonces luego de otra media hora sentado frente al volante, por fin pude poner el auto en marcha y conducir hasta el hospital.

Bajé sin pensar demasiado. Caminé a paso rápido.

Eran pasadas las seis cuando entré en la recepción.

Los pasillos estaban vacíos y no necesitaba que nadie me indicara el camino. Sería mi cuarta vez en el hospital.

Caminé escuchando el eco de mis pasos, sintiendo el pulso en aumento y recorriendo con miedo esos últimos metros hasta llegar a la habitación vidriada donde ella debía estar.

Miré incrédulo hacía adentro, como si fuera un sueño o una pesadilla.

La cama estaba vacía.

Las sábanas estaban perfectamente estiradas y los aparatos apagados.

El corazón se paralizó dentro del pecho.

El aire se ausentó en mis pulmones y sentí un dolor atravesar todo mi cuerpo.

Estiré la mano para sostenerme del marco de la puerta y no caer al suelo.

—¡No, no, no! —susurré cuando pude volver a respirar.

No podía ser real.

¡Esta debía ser la pesadilla! Seguramente despertaría en cualquier momento en la habitación del hotel completamente sudado y agitado.

—¡Despierta Bruno! —me dije en voz alta.

Cerré los ojos con fuerza deseando que no fuera real, ella no podía morir, no era justo.

—¡Dios! ¿Por qué Dios? —susurré apretado con fuerza el marco de la puerta.

Escuché unos pasos acercarse a mis espaldas, volteé de inmediato para encontrarme con Bianca, tenía los ojos rojos y las lágrimas caían por sus mejillas como cataratas.

Nuestras miradas se encontraron, pude sentir su dolor y angustia, me acerqué en dos largos pasos y la abracé llorando.

No necesité que dijera ninguna palabra, estaba seguro que Trinidad había muerto.

Un lugar olvidado (COMPLETA)Where stories live. Discover now