Esperando el amanecer

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Ese día estaba escuchando música tranquilamente en mi habitación. Tarareando una canción y al mismo tiempo, charlando con una amiga de la escuela. Ella estaba sentada en el sofá verde con lentejuelas y yo en la silla giratoria frente al escritorio.

Era una madrugada fría. Cuando el sol todavía no salía. Y nos habíamos quedado despiertas con el propósito de ver como el mundo se iluminaba con los rayos naranjas del sol.

-¿Qué hora es? – pregunté bostezando y estirándome.

-Las cuatro y doce – contestó reflejando otro bostezo contagioso. 

Faltaba más o menos una hora y treinta minutos. O sea, una hora y treinta minutos más de bostezos y hambre.

-¿Me prestas la laptop? – preguntó mi amiga levantándose para sonarse los dedos de las manos y los pies al mismo tiempo.

-Si – contesté dejándole el lugar para que se sentara – No apagues la música. Estoy demasiado aburrida. Y la música me mantiene despierta – expliqué dirigiéndome al baño.

-Por lo menos no soy la única – repuso tecleando muy rápido, como solo ella sabía hacer - ¿A dónde vas?

-Al baño – contesté. No podía aguantar mucho más sin liberar el tanque. Ella no dijo nada más y yo cerré la puerta de la habitación.

Primero hice mis necesidades de lo más tranquila. Tanto tiempo de esperar me estaba molestando. Pero era algo que nos encantaba hacer. Era como un ritual quedarnos esperando la luz de la mañana cada vez que ella se quedaba a dormir en casa. Y así era cuando yo me quedaba en la suya. Pocas veces nos quejábamos, pero ese día era especialmente frio e irritante esperar.

Cuando volví al cuarto, ella estaba paralizada frente al computador. Un escalofrió me recorrió desde el cuello hasta la espalda baja. Parecía como una muñeca de trapo. Inclinada hacia delante con los ojos muy abiertos y las manos a los costados del cuerpo. Como si le pesaran.

La laptop mostraba una imagen que me hizo dudar. La pantalla estaba completamente negra y unas letras blancas se estaban escribiendo solas. Mi amiga no se había percatado de mi regreso y seguía atontada con lo que veía. Sería un código. Algo que yo no entendía. Pero ella tampoco parecía entenderlo tampoco. Volteó y me miró estupefacta. No. No entendía nada. Me acerqué para poder enterarme que decían aquellas letras blancas.

"qUIerO <oL>eR"

Después de leer aquello, me quedé en silencio. Claramente, eso era un mensaje en broma que estaban haciendo en cierta página de internet. Mi amiga estaba aturdida tanto como yo. Así que cerramos la tapa del computador y nos sentamos en el suelo. Mirándonos a la cara.

-¿Qué era eso? – me preguntó levantando una ceja, incrédula.

-Realmente no lo sé, pero debe ser una broma – repuse mirando por la ventana para confirmar que el sol estaba por salir. Me levanté y caminé para subir la cortina.

-¿Si? ¿Estás segura? – me cuestionó ella desde el suelo.  

-No lo sé. ¿Cómo has llegado a esa pagina? – pregunté girando la cabeza para confirmar que el sol aun no salía.

-¡Solo apareció! No fue mi culp... - hubo un silencio. Giré la cabeza para ver porqué se había callado de la nada. Y vi que estaba mirando en particular. No supe que era así que miré hacia donde ella estaba viendo. La pantalla de la laptop se estaba levantando. Sola. No pude hacer nada. Me quedé inmóvil. Y muy confundida. Preguntándome ¿Qué está sucediendo? ¿Quién está levantando la laptop?

-Mili – me llamó mi amiga.

-Shh. – la callé.

-¿Qué es eso? – preguntó señalando detrás de la laptop.

Levanté la vista. Había una sombra negra y humeante escribiendo algo en el teclado de la laptop. Las letras blancas volvieron a aparecer y comenzaron a agrandarse.

"<oL>i"

Todas las luces de la casa se apagaron. Y la luz de mi despertador se encendió. Comenzó a sonar y a indicar que ya eran las cuatro y treinta. No oía otro sonido que no fuera la alarma. Busqué a mi amiga tanteando por todos lados hasta que la encontré. No podía verla pero no me importaba, tenía que oír su vos.

-¿Cris? ¿Estás bien? – pregunté.

-Volví – escuché que decía en un susurro.

Contuve la respiración. Algo no estaba bien. Y lo supe desde que había vuelto del baño. La persona que tenía en mis brazos no era ella. Las luces se encendieron y la alarma dejó de sonar. El cuerpo de mi amiga se encontraba inerte sobre los brazos, que intentaban sostenerla. Y sin embargo, los ojos de Cris seguían vivos. Moviéndose de un lado al otro sin detenerse. En todas direcciones. Analizando. La cara de Cris empalideció, y se volvió más fría. Yo le gritaba. Le exigía dejar a mi amiga en paz y que se fuera. Nos había acosado lo suficiente para ser una broma.

Y lo peor era que yo aun seguía creyendo que todo era un chiste. Uno inexplicable.

Cris se levantó y se puso de pié como pudo. Pero ya no era Cris. Era algo más. La cosa que había tomado el cuerpo de mi amiga, comenzó a mover el cuello y hacer ruidos extraños con este. Como si no hubiera podido moverlo por mucho tiempo. En esa situación ya no podía hacer nada. Había perdido a Cris. Y me iba a morir esa misma mañana. Con el sol dándome de lleno en los ojos, mientras Cris se acercaba.

AugeWhere stories live. Discover now