44. Invernadero III

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Pov. Amara Riddle.

Me fui enojada dejando a Carolina ahí.

Pero luego de unos minutos replanteandome si en realidad quería ir al encuentro con Dominic, en realidad con cada paso que daba la inseguridad me susurraba una y otra vez al oído lo peligroso que esto era y las consecuencias de lo que pasaría si llegaban a descubrirme o el reloj llegaba a atraparme después de las doce.

La falda de mi vestido se agitaba con cada paso que daba por el pasillo, mis zapatilla con tacon hacían un eco que resonaba por todo el pasillo, intentaba ser lo más silenciosa para que nadie, ni nada, en los pasillos llegara a escuchar mis pasos, pero era inevitable que el morbo de la paranoia no afectará mis pensamientos cada que las luces parpadeaban o el viento azotaba los cristales en los bentanales.

Observe la luna afuera, por uno de los ventanales por el cual se divisaba el invernadero, estaba llena y la luz que entraba era lo suficientemente clara como para orientarme, entonces mis ojos repararon en la pequeña luz destellante en una de las tupidas ventanas del pequeño edificio con forma de cúpula.

Una vela.

Entrecerré los ojos para enfocar mejor el pequeño puntito de luz, y divisé no sólo la luz de una vela, sino la silueta de una persona que estaba apoyada del lado dentro de la ventana del invernadero, lo observe con una fijeza extrema, mientras algo como un nudo de miedo y desconfianza crecía en mi estómago.

No llegaba a ver el rostro de la persona, pero algo me dijo que a pesar de eso, tenía que llegar al invernadero.

- "¿le temes a los monstruos?"

No Dominic, no le temía a los monstruos, y quería tomar esto como la prueba de que yo no le tenía miedo a nada, ni siquiera a los monstruos. Observe con el ceño fruncido aquella vela hasta que la persona que estaba cruzada de brazos extendió uno de sus dedos y apago la vela con la punta de sus dedos, como si no le importara el dolor del fuego contra su piel.

¿Te gusta el fuego, Dominic?

Sonreí de lado mientras volvía a caminar entre la oscuridad para luego bajar las escaleras al final del pasillo y llegar al corredor que me llevaba a un cuarto vacío con algunas herramientas y en el que se encontraban las escaleras de caracol que llevaban al invernadero.

Mis manos se aferraron a la baranda con fuerza, estaban frías, tomé aire profundamente mientras que sentía la incomodidad de estar rodeada de oscuridad, normalmente era algo que me gustaba y no me importaba, pero en esta ocasión, sentía insoportable el hecho de no poder ver correctamente.

Subí a tientas las escaleras hasta que llegué al pie de la escalera, el lugar estaba silencioso y más oscuro que una cueva debido a las enredaderas que cubrían gran parte de las ventanas, la claraboya en el techo estaba abierta y dejaba entrar un claro rayo de luna, y como si fuera un insecto atraído por la luz, me moví rápidamente para llegar al rayo de luz que se colaba por el oyo en el techo.

- ¿le tienes miedo a la oscuridad, Amara? - dijo una voz a mis espaldas, me di la vuelta por inercia para encontrarme con la oscuridad de la nada.

- no le temo a la oscuridad, le temo a lo que se esconde en ella - respondí, pero mi respuesta fue el más sepulcral de los silencios.

- entonces, ¿me tienes miedo, pequeña Amara? - susurraron en mi oído, di un salto en mi luchar exaltada por la cercanía repentina de su voz.

¿Como lograba moverse tan silenciosamente?

Los claros ojos de Dominic me observaron con una chispa de diversión y satisfacción en los ojos, y como tenía de costumbre, me repaso de pies a cabeza, mientras que yo solo podía ver aquel parecido tan malditamente aterrador entre Deiner y Dominic, eran casi idénticos......

Amara Where stories live. Discover now