Capítulo 7

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— ¡Te dije que la vigilaras, idiota! 

—Lo siento, alteza, no sé qué ha podido ocurrir...

—Cállate. No quiero seguir escuchándote. Ahora mismo estoy planeando de qué forma la mataré. Ella ya lo sabe todo y no la veo dispuesta a colaborar conmigo.

Seguro pensaban que yo seguía inconsciente y no oía nada de lo que hablaban. Continué con los ojos cerrados y sin delatarme moviéndome. Por una vez, él tenía razón. No iba a hacer nada que lo beneficiase. Pero, ¿realmente prefería mi muerte? No, claro que no. El ruido de una puerta abrirse y cerrarse casi me hace abrir los ojos. 

Me mantuve pasiva hasta que comprobé que ya no había nadie. O eso creía. Casi grité cuando vi a Heskel con los ojos muy abiertos mirándome fijamente. Me recosté sobre los codos. 

— ¿Puedes dejar de mirarme así? —Relajó su expresión y frunció un poco el ceño

—Se suponía que estabas inconsciente.

—Se suponía que tú me ibas a ayudar. —Ambos guardamos silencio durante unos segundos. No se esperaba que dijese aquello. 

—No he venido aquí para que discutamos. Necesito que me escuches —Asentí, poco convencida—. ¿Has tenido alguna visita extraña, como un...

— ¿Por qué sabes tú eso?

—El por qué ni el cómo importan ahora. 

 —Sí, sí importan.

—Porque tengo miedo. Sé que significa eso, Freya. Y tengo miedo por la vida de todos. Por favor, cuéntame sobre eso.

El Infante con miedo... Eso sí que era preocupante. Se sentó en la butaca y se cruzó de brazos.

—Es igual que yo, pero pelinegra. La última vez que hablé con ella me dijo que estaba cerca de la muerte. Que huyese de aquí sola. —Confesé. 

Ninguno dijo nada más. En la habitación solo se escuchaban nuestras respiraciones.¿Y si intentaba escapar? ¿Me detendría? Sería lo más probable. Pero no lo sé. Lo podría intentar. 

—No. —Sentenció. 

—Ni siquiera he dicho nada. ¿No, qué?

—Planeas huir. Sabes que no te dejaré, ¿cierto? Apoyo a mi hermano. ¿Nunca te diste cuenta de que te llevé a la boca del lobo? Nunca me importaste, ni lo harás. ¿Recuerdas el baile? —Su expresión se había tornado en una fría—. No tenías que bailar. La Luna Roja no tenía ningún efecto en especial. El tipo pelinegro que te atacó (en las dos ocasiones) era producto de tu imaginación, creado por mí. Tomé la forma de Kayyon, para que te hiriese más. Se me jodió el plan cuando mi hermano lo llevó a la cúpula. 

— ¿No te cansas de mentir? —Le repliqué. La única parte que no lograba creer era la de la ilusión. No lo veía capaz de poseer un poder de tal magnitud. ¿Y si realmente fue él el que causó mi sueño aquella vez?

—Freya, tu vida fue toda una mentira armada. ¿La muerte de tu madre? Planeada. ¿Que Kay te viese? Totalmente planeado. 

Negué. No quería seguir escuchando más. ¿Fue el ojiazul, al que tanto cariño le tengo, el qué mató a mi madre? No. Solo trata de destruirme moralmente. Todo es mentira. 

— ¿Te ayuda decirte que todo es mentira, sabiendo que no lo es? Tu cerebro no puede cambiar esa realidad, Correcaminos.

—Cállate. ¿Por qué sabes tú que mi madre está muerta? ¿Quién se ha atrevido a contártelo?

—Zain. Me sé tu historia de memoria. Desde la portada hasta los agradecimientos. A veces, al que más quieres es al que menos le importas. 

—No sabes nada de mí. —Me senté y abracé las rodillas.

La TraiciónWhere stories live. Discover now