La Traición

Capítulo 16

Supe que había llegado a mi destino cuando el ambiente se tornó vivo; con árboles de un color verde resaltante y flores esparcidas por todo el pasto. Estaba empapada, pero por lo menos aún llevaba la daga y la espada. Anduve sin tener un rumbo claro, no recordaba nada de este lugar y lo más probable es que hubiese más obstáculos por el camino. Y uno de ellos era que la noche estaba a punto de ceñirse sobre el reino. Cuando el sol se ocultó y las estrellas se hicieron presentes, opté por descansar en la rama de algún árbol alto; no sabía si habría criaturas peligrosas. La ropa ahora era incómoda, pero no me quedaba otra que aguantarme. Puse mi mano sobre el mango de la daga y cerré los ojos, con la esperanza de descansar. 

Fue un conjunto de voces lo que me hizo abrirlos de nuevo. Ahora estaba más descansada, pero no quitaba el hecho de que quisiera encontrarme con mucha gente, y menos siendo una intrusa para ellos. El sol brillaba en lo alto.

— ¡Chica! ¿Está bien? —Oí que alguien gritaba bajo donde yo me encontraba. Un chiquillo de ojos muy abiertos y expresión preocupada me miraba; he de admitir que parecía simpático. Le sonreí y asentí—. ¿Puede bajar? Creo que al Gran Árbol no le gusta que se posen en él mucho tiempo.

Me sorprendió la educación con la que me hablaba, aun probablemente sabiendo que soy una extranjera. Puse los pies en tierra de nuevo sin rechistar. Saludé al joven con la mano y seguí sonriendo. 

 —No le he visto por esta zona nunca, ¿es del centro de Dowland? 

No sabía si sería adecuado explicárselo, así que decidí contarle lo global. 

 —Vengo de otra tierra, pero me es necesario llegar hasta el centro de este reino, ¿sabes cómo hacerlo? 

 —Hay un puerto por aquí cerca, aunque debería saber que si viene de Feartless no le dejarán pasar —respondió con sinceridad—. Si quiere, puedo llamar a mi madre y ya que converse usted con ella.

Afirmé con la cabeza y vi como el niño se marchaba no muy deprisa. Es increíble cómo algunos niños tratan mejor a los adultos que estos entre ellos. Una mujer que supuse que era la madre no tardó en aparecer. Me tendió la mano y se la estreché. 

 —Soy Virginia, un gusto. Mi hijo me ha dicho que estabas descansando en el Gran Árbol y que buscas el puerto. ¿Podría decirme de qué parte ha venido y su nombre? —Pensé a toda velocidad; no revelaría la verdad, no aún.

—Soy Jade. Vengo de la zona norte, de las Islas Dalmías. —Deshice el agarre y esperé que dijera algo. 

—Te me haces conocida —me temí lo peor y fue mi cara quien lo expresó. A continuación, rio—. Quita esa cara mujer, era una broma. Ven, te acompañaré al puerto para que puedas embarcar con algún marinero.

Le agradecí varias veces por el camino, pero ella se mostraba humilde diciendo que no era nada. Me contó un poco sobre donde me encontraba y la tradición de ser tan educados con la gente. Charlamos más y más hasta que ya me encontré delante del puerto. 

 —Ve a hablar a recepción y diles que te envía Virginia. Tienes mi pase para viajar con un acompañante de seguridad. 

 Me despedí de ella y seguí sus indicaciones. Cuando me presentaron al marinero surgió lo mismo; una extensa charla sobre el mar y el pueblo. Me pareció muy amable al indicarme una buena tienda donde hay cierta variedad de ropa que entregan gratis, si no recuerdo mal, lo llamó ''objetos perdidos''. Aunque no pasé mucho tiempo de pequeña aquí, el ver de nuevo las tierras me dio felicidad; había cambiado tanto en estos diez años. El barco me dejó en otro puerto que, según me explicaron, estaba cerca de un puente que llevaba directamente a la Corte de Peristorm. Caminé un rato por el poblado y conseguí ropa nueva; cuando vi oportuno el momento de ir a lo que realmente iba, me puse en marcha hasta que crucé el puente y llegué al palacio. Suspiré y me acerqué a la barrera. Había un guardián y una guardiana riendo, divertidos. En Feartless, si te veían riendo en turno de guardia es probable que te echasen o reprimiesen. Al verme, se irguieron y pusieron cara seria.