1. Somos energía

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Mi nombre es Tamara, pero mis padres y mis amigos me llaman Tammy. Tenía dieciocho años, acababa de cumplirlos cuando todo comenzó...


Somos energía, nuestros cuerpos desprenden esa energía, esa aura que nos hace saber cómo somos realmente. Eso era lo que pensaba, sobre todo pensaba que uno mismo atrae lo que más desea, como cuando deseaba de verdad un cachorro. Cuando cumplí seis años les pedí a mis padres un cachorro; se negaron. Después, cuando cumplí ocho volví a hacerlo y ambos volvieron a negarse. Al cumplir los diez por fin pude comprender la razón por la que no me habían regalado un cachorro, y era por el lugar en el que vivíamos. Era un departamento, vivíamos en el tercer piso y apenas si teníamos el espacio suficiente para los tres... En fin, al cumplir diez lo deseé tanto, que de la nada llegó "Roto". Si, Roto es el nombre de mi mascota. Y no, no es un perro, Roto era un gato siamés que encontré un día abandonado en el cesto de basura de algún individuo que lo dejó a su suerte. ¿Por qué Roto? Bueno, fue lo primero que se me vino a la mente al verlo cojear. Así era, cuando deseaba algo lo atraía, no solo fue Roto.

Solía dibujar, uno de mis hobbies favoritos era dibujar. Dibujaba todo lo que consideraba interesante para mi vista; paisajes, animales, flores, personas... Mi dibujo más preciado era el de mi abuela quien había fallecido en ese entonces, dos años atrás. Era su rostro feliz, alegre y sonriente, un dibujo hecho cuidadosamente en una servilleta de papel. Lo llevaba en mi cartera a todos lados, doblado en pequeños cuatro dobleces.

En fin.

Siempre fui una persona persuasiva, inteligente, responsable y respetuosa. También era impuntual, intranquila y algo dramática a la hora en la que me sucedían las cosas. Drama era como mi segundo nombre, pero lo que más me quedaba era la palabra ingenua. No lo notaban, nadie lo notaba excepto mis mejores amigos y yo.

—Me muero de hambre —dijo Eliodora, o como yo la llamaba; Ely.

Ely, mi mejor amiga. Una chica amable, considerada y tierna a la vista. Ely era ese tipo de chica atrapada en los libros, yo la llamaba la devoradora de libros porque en ocasiones, cada dos semanas se encontraba leyendo un libro nuevo. La conocí en el preescolar, y aunque parece de todo menos problemática, Ely es y siempre será la más problemática de ambas. Aun recuerdo cuando me defendió de una niña que me estiraba el pelo cuando mi madre me peinaba con dos coletas. En alguna ocasión lo hizo justo frente a Ely, y ella no dudó ni por un segundo en estirarle el pelo y arrastrarla por el suelo. En ese entonces no sabía el significado de la amistad, lo supe hasta que murió mi gato.

—Siempre tienes hambre cariño —le contestó Alessandro, o como yo lo llamaba; rizos platinados.

Ambos son, eran y seguirán siendo mis mejores amigos. Eliodora y Alessandro se hicieron novios cuando cumplieron quince, y desde entonces han sido inseparables. Claro, tienen sus diferencias como una pareja pero nada del otro mundo.

Ely es de estatura media, ojos color miel, cabello rizado color castaño y de piel perlada. Alessandro es alto, de ojos verdes, mide uno ochenta y cinco aproximadamente, tiene el cabello rubio y también rizado igual que ella. Es de facciones finas, algo engreído por su hermosura pero también gracioso, es de esos chicos que parecen modelos pero en su mente alberga la inteligencia combinada con algo de arrogancia. Por otro lado, mi aspecto físico nunca ha cambiado desde que cumplí dieciocho; soy de estatura media, piel perlada y cabello ondulado color negro. Mi cuerpo es pequeño y delgado —por no decir que es algo escuálido—. A mi me gusta leer, pero no tanto como Ely. Me considero atractiva, pero no tanto como Alessandro.

—¿Qué opinas Tammy? —preguntó Alex.

—Podríamos llegar a algún super a comprar lo necesario, no lo sé —respondí.

BONHOMÍA°Where stories live. Discover now