Capítulo Veintiseis

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Estirando los brazos sobre su cabeza, Zayn hizo tronar sus huesos antes de soltar un gruñido suave. Odiaba levantarse temprano, pero dado que no era el único ser humano en la casa en ese momento y que el otro ser vivo tenía seis años y no podía alimentarse por si mismo, le tocaba a él levantar su perezosa existencia y preparar su desayuno.

Lo ironico era que mientras él estaba despierto, Max seguía muy dormido bajo las cobijas, con solo su rubia cabellera sobresaliendo.

Y luego él era el perezoso.

Suspirando, apoyó el hombro en el marco de la puerta y observó la escena frente a él. La pequeña silueta de Max se marcaba bajó las sabanas, justo debajo de la enorme cabeza de Lady, la cual se había adueñado de parte de la cama bajo la orden de Zayn de cuidar del niño durante la noche mientras él dormía en el sofá.

—Sabes, puedes cuidarlo igual de bien desde tu lugar en el suelo —le informó al animal en un susurro cuando esta se dignó a mirarlo. Lady soltó un sonidito lastimero en desacuerdo—. Eso no gana discusiones, Lady, estas dejando las sabanas llenas de pelo y olor a perro.

Ella resopló antes de voltearse, colocando su cabeza cerca de donde Max se encontraba. Rodando los ojos ante el poco caso que su mascota le hacia, se volteo y arrastró los pies en dirección a la cocina. Ni siquiera recordaba si había comprado algo comestible últimamente, no solía desayunar nunca, siendo que se levantaba malditamente tarde todos los días simplemente comía cuando le daba hambre.

Deteniendose en el centro de la cocina, le envió una mirada fulminante al gato odioso que esperaba por su comida sentado en el suelo frente a su plato azul—. Si que eres fastidioso cuando te lo propones, Liam Junior —se quejó, rebuscando por la lata de comida para gatos antes de abrirla y dejar caer la pasta rojiza dentro del plato del mismo—. Ten, atiborrate, a ver si con el estomago lleno puedes comenzar a quererme.

Los ojos felinos lo miraron directamente, el desprecio seguía brillando en ellos por lo que Zayn tuvo que resignarse a que no se ganaria el cariño del animal ni en mil años. Decidiendo simplemente ignorarlo, se giró y comenzó a rebuscar en las alacenas por busca de algo no toxico y comestible que pudiese darle de desayuno a Max.

Había encontrado medía bolsa de fideos y algo que se parecia mucho a cereales de colores que habían absorbido humedad y se habían transformado en una pasta asquerosa con los tonos del arcoiris, cuando su celular sonó desde su bolsillo. Dejando su descubrimiento sobre la superficie a un lado del mostrador, recuperó el aparato del bolsillo de sus pantalones deportivos y abrió el mensaje.

Habría una carrera esa noche.

Su mirada dudó sobre la pantalla, era un bar cercano que conocía bien y solo tenía que ir a buscar las indicaciones. Su auto estaba a punto, había tenido tiempo de sobra para dejarlo en su mejor funcionamiento, sabía que podía ganar cualquier carrera y el dinero no le vendría mal. Sería tan fácil.

El timbre sonó antes de que pudiese tomar una decisión sobre ello, por lo que guardó el aparato en su bolsillo antes de dirigirse a la puerta. Ni siquiera se molestó a ponerse una camiseta al abrir, cosa que al parecer Liam notó al instante en que lo vio si sus ojos abriendose eran un indicio.

—¿Por qué siempre que atiendes la puerta alguna parte de tu cuerpo esta expuesta?

Zayn rodó los ojos, volteandose para volver a la cocina y dejando que Liam cerrara—. Ni que tuviese senos y estuviese abriendo la maldita puerta sin ropa interior, no exageres.

—Esa no es una imagen mental de mi agrado —se quejó el castaño, cerrando la puerta con el pie y siguiendolo a la cocina, dejando las bolsas en sus manos sobre la mesa—. ¿Que hacias?

¿Ahora me ves? |Ziam|Where stories live. Discover now