Capítulo 9: La chica del vestido negro

29.8K 1.7K 54
                                    

Gabriela

Me había costado un montón no comerme las uñas de los nervios, trataba de concentrarme en el trabajo y no recordar que hoy, Daren pasaría a recogerme a las 08:00 pm a la casa. Me llevaría a la famosa mansión De Villiers a conocer a la familia y finalmente anunciar nuestro supuesto compromiso.

¡Ja! Se van a caer de las sillas cuando les dé la noticia.

Daren había tomado costumbre de venir al restaurante todos los días a la hora de almuerzo, Abi saltaba de la emoción por mí al verlo. Ella creía que venía a coquetear, pero en realidad venía a vigilar que cumpliera con la cláusula de fidelidad, y que no hablara con nadie lo que habíamos pactado.

Mientras Abigail hablaba de lo maravilloso que era Daren, yo no dejaba de pensar en lo traidora que me sentía. No le había podido contar que me casaría el mes siguiente por cláusulas del contrato, así que le dije que me había ofrecido trabajo de asistente.

—Gabi, solo piensa ¿por qué contratar a una humilde mesera? Cuando puede hacer entrevistas online y buscar una experta, sin ofender —mi pobre amiga hablaba con tanta emoción, mientras que yo no me animaba ni un poco—. Ve y dile que si a todo, lánzate a la vida loca amiga. Si yo fuera tú lo haría.

—si te escuchara Víctor diciendo esas tonterías, se molestaría mucho contigo —dije moviendo las sillas para barrer. Pero la preocupación explotó en mí al ver a Abi cabizbaja—. Abi, ¿estás bien?

—cómo no te había visto mucho en estos días, no te había podido contar que Víctor y yo rompimos.

Me quedo congelada por la impresión, llevaban cinco años juntos y pensé que se casarían, se veían muy enamorados.

—Abi —digo con la voz colmada en tristeza al igual que ella, está muy afectada—. Lo siento mucho. Dejo todo de lado para abrazarla, se le caían las lágrimas sin parar.

—¿hay algo que puedan hacer para arreglar las cosas? —pregunto mientras Abi gimotea con la cabeza escondida en mi cuello.

—no —me suelta, y veo como parece un mapache con el maquillaje corrido—. Hace tiempo que tenía comportamientos extraños, llegaba tarde, cansado y cuando se acostaba a dormir, solo se daba la vuelta ignorando por completo que yo estaba ahí.

Ver a Abigail llorar era doloroso para mí, era mi mejor amiga y siempre habíamos estado juntas. No entendía por qué no me había contado todo lo que le había estado sucediendo.

—ayer por la noche no pude más y le revisé el teléfono —dice secándose las lágrimas—. Me arrepentí de haberlo hecho.

Con todas las vueltas que había dado mi vida en estos días, no había hablado con ella y en el trabajo no habíamos coincidido. Me sentía una pésima amiga por no haber visto el estado de ánimo de Abi antes.

—¿te dio alguna explicación?

La pobre de pronto se puso peor y arrugó todas sus bonitas facciones al llorar. Asintió con la cabeza y entre lágrimas y gimoteos dijo:

—el muy desgraciado admitió que lleva engañándome un año con una chica que conoció en un bar. Me cubro la boca impresionada, Víctor no parecía ser ese tipo de hombre.

—y eso no es todo —murmura a punto de derrumbarse—. La chica está con kínder sorpresa, ¡está embarazada!

El calor de la rabia explota en mi cara.

Es un maldito cobarde, debió decirle la verdad, eso la habría lastimado mucho menos. Pero por desgracia se había enterado de la peor forma y encima de todo estuvo meses ocultándole que tenía otra mujer.

Hasta que el contrato nos separe EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora