Capítulo 23

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El lunes en la mañana Emma se presentó más temprano de lo normal a la oficina. Tampoco había dormido muy bien el resto del fin de semana y la noche anterior había hecho una cita para ese día con Santiago, su terapeuta. Roger tenía razón. Tenía que hablar con alguien de lo que sucedía. Acabaría por tomar pastillas para dormir y luego sería para todo. Ese día, a pesar de no haber dormido bien, se sentía bien. Físicamente estaba cansada, pero tenía un buen presentimiento ese día. Así que se levantó, tomó un baño y se fue directamente a la oficina. Para cuando llegó, no había nadie más que el de seguridad. Jamás había sido la primera en llegar. Siempre había alguien más antes que ella y se sentía mucha tranquilidad. Entró en su oficina, dejó sus cosas y fue a la pequeña cafetería que tenían dentro para prepararse un té. Al volver, se puso a trabajar en las notas que había tomado para Luka, y cuando terminó, continúo con el resto del trabajo editorial.

Habían pasado unos cuarenta y cinco minutos cuando la voz de Luka resonó en la oficina. No lo había escuchado entrar. Estaba tan concentrada en lo que leía que no vio cuando la puerta se abrió y se cerró detrás de él. Sólo hasta que él la saludo, ella captó su presencia. Por un momento estuvo a punto de gritar, pero sólo dio un ligero respingo. Se había acostumbrado al silencio de esas horas de la mañana.

Traía puesto un traje de color azul con rayas y una camisa blanca sin corbata. El cabello aún se le veía húmedo, pero se lo había peinado con los dedos. Le sonrió en cuanto ella lo miró.

─Buenos días ─sonrió Emma.

─Buenos días, Emma. Lamento haberte interrumpido ─contestó al cortar la llamada.

─No pasa nada ─comentó encogiéndose de hombros ─. Estaba ensimismada. Lo siento.

─Me alegra ver que te gusta tu trabajo ─sonrió.

─Pasé mis notas a un documento. Puedo mandárselo si gusta.

─Sí, estaría muy bien. Muchas gracias, Emma.

─No hay de qué.

Emma abrió su correo y mandó directamente las notas que había pasado a limpio en la mañana. Después, continuó leyendo. Tenía que terminar de editar esos capítulos ese día para poder continuar con los que tendría que leer esa semana. Debido a su falta de energía, la semana pasada acumuló trabajo. Luka no le había reclamado nada y tampoco lo había hecho Mateo, pero ella sola se había auto castigado por falta de cumplimiento de trabajo. Acababa de obtener su ascenso y no quería perderlo por falta de sueño. Por culpa de su pasado. Se concentraría en su trabajo y después podría reflexionar sus pesadillas.

─ ¿Ya te encuentras mejor, Emma? ─preguntó Luka interrumpiendo su silencio.

─Sí, muchas gracias ─mintió.

─Si necesitas algo...lo que sea, Emma.

─Se lo agradezco, señor Blair.

─Llámame Luka ─rio ─. Creí que ya no habría forma de ser formales entre nosotros.

─Hay ciertas cosas que me gusta conservar como tal. Estamos en la oficina.

─No importa, Emma. Nunca me ha gustado que me llamen por mi apellido. El señor Blair es mi padre. Yo prefiero sólo mi nombre.

─No quería ofenderlo... ─se excusó avergonzada.

─Para nada. Si te sientes cómoda llamándome así, no tengo ningún problema, pero me gusta escuchar mi nombre entre tus labios.

Emma se sonrojó. Sonrió tímidamente y se concentró, o al menos lo intentó, en su manuscrito. Intercambiaron unas cuantas palabras más acerca de las notas de cata y otras acerca de las correcciones que ella quería realizar en el manuscrito en el cual llevaba trabajando.

Señorita MojitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora