Capitulo 31: Lagori

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I

—Apenas me casé con Camila, vine a vivir con ella a esta casa. Según me contó, había pertenecido a sus padres anteriormente, pero uno de ellos habría muerto en un horrible accidente de tránsito a causa de la nieve y su madre, por obra de la aflicción, fue internada en un psiquiátrico. Así que, encandilados por la etapa de luna de miel, optamos por convertir nuevamente este lugar en un hogar de familia. Y no fue hasta que evidencié ciertos acontecimientos cuestionables que me di cuenta del terrible secreto que guardaba. Un objeto que requería de sacrificios para que el mundo no se convirtiera en su gran fuente de alimento. El clásico "matar a uno o que mueran cien". No pude evitar notar cómo el jugar a ser Dios había tomado posesión del espíritu de mi esposa. Por lo que, propuse que la pintura fuera contenida por un grupo de personas y no un solo ejecutor, ya que era mucho para que un único individuo asumiera la responsabilidad. Por supuesto, ella no aceptó. Pero si accedió a que ambos nos turnamos para realizar el ritual. Yo, sin embargo, seguía manteniendo mi postura calladamente y no quería que nuestra hija luego tuviera que dedicarse a cometer los mismos actos crudos. Así que me encaminé a comentarle la situación a mi amigo clérigo que trabajaba en la iglesia del pueblo, para que él pudiera dictaminar lo que era mejor. Era alguien muy virtuoso, incluso había realizado una buena cantidad de exorcismos, y nunca había escuchado hablar de algo de esta naturaleza, estaba sorprendido. Se lo mostré en luna llena para que comprendiera. La forma en la que el lienzo absorbía una luz cándida que se desprendía de la boca de una liebre. No quedaba cuerpo, se llevaba hasta las cenizas y, sin duda, también el alma. Desaparecía cualquier posibilidad de que volviera a surgir la vida de sus restos. Era el mismísimo infierno resentido con la creación, debíamos hacer algo al respecto. Investigar en conjunto y encontrar una solución. Pronto reclutamos a un grupo selecto de fieles y les confíamos todo lo que sabíamos de él y la confabulación que llevábamos a cabo. Cómo el collar de Épicla había sido donado a principios del siglo para proteger al sicario del cuadro. Y cómo debían proseguir para tomar control de la obra y quitarle el poder a Camila. A esta organización la llamamos "Los Siete Sellos". Nosotros podíamos hacer que se diera el apocalipsis, como también detenerlo. Y fue así que, entre ese reducido grupo de gente, conocí a Lagori. No voy a negar que me enamoré de ella, de su chispa y energía, una estrella fugaz. Yo todavía estaba comprometido así que no avanzamos demasiado. Inmediatamente después de que cumpliéramos el cometido dejaría a la madre de mi hija. Todo estaba saliendo como debía, no obstante, hubo un soplón. Aquella persona a la que consideraba mi fiel socio, tenía una aventura con Ángela, la vecina, quien se terminó enterando. Rápidamente nos fueron exterminando antes de completar el plan. Y descubrí la traición del cura cuando Camila me lo confesó entre risas momentos antes de apuñalarme unas veinte veces. Pedro igual fue asesinado. Y el collar de Épicla volvió a sus manos sin que nosotros llegaramos a portarlo. Y hoy por fin me di cuenta de por qué me parecía familiar el rostro de una de las integrantes del grupo actual. Un tatuaje en su muñeca con las siglas de la organización que una vez fundé, un tanto borrado por los años pero con las letras aún legibles: LSS. Lagori sobrevivió y entre ustedes se hace llamar Gloria. Al parecer, sí es un cometa, logró huir y desaparecer con velocidad, y hace poco volvió a reclutar gente nueva. No sé hasta qué punto esto no sea una secta.

—¿Crees que las intenciones de tu amante sigan siendo las mismas?

—No lo sé.

II

—Debemos actuar ya mismo —Julien corta la tensión previa con más tensión y siento temor por la razón que a él le provoca estrés.

—¿A qué te refieres? —volteo a encararlo con los brazos cruzados mientras él sigue con la mirada perdida a un costado—. Si estamos bien aquí, no nos van a encontrar —es entonces que se gira bruscamente y me toma de ambas muñecas para direccionarse hacia el patio conmigo casi arrestada, no sé qué le pasa.

Levane Y Las Almas DesorientadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora