Capítulo 32: Nuestra estrella más bella

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I

Ambrosia fue hacia la luz. O eso creemos. Realmente nadie de aquí nos puede decir si existe algo así. Ojalá que sí. Ella más que nadie se merece ir a un lugar como ese.

Hablo como si supiera de él. Mi mamá una vez me dijo que quizás el cielo es tan bonito que por eso nadie quiere volver. Bianca cree que está lleno de dulces, burbujas, acuarelas, princesas, una infinita cantidad de vestidos con brillo y música de los Ositos Cariñositos.

Yo creo que puede llegar a ser una playa, o una extensa pradera, desde donde se puede ver a lo lejos la ciudad, a nadie le gusta sentirse solo, a mi me gusta la privacidad cuando hay gente a mi alrededor, no tiene gracia sino.

En fin, sería un inmenso espacio verde, o beige, depende del escenario, estoy recostada en el suelo y desde ahí simplemente puedo ver el cielo, el día, la noche, cómo pasan las estaciones, una paz inmensa me recorre y en mi mente se reproducen sin cesar mis recuerdos más bonitos, una eternidad de felicidad, experimento todo a la vez, soy una con el universo, puedo visitar París, Estambul, San Francisco, Seúl, Ciudad del Cabo, Río de Janeiro, Nueva York y Bangkok. Soy libre de hacer lo que quiera.

Sin embargo, al final siempre vuelvo a mi hogar, a mi memoria. No me importa tanto conocer otros planetas o galaxias si tengo todo lo que necesito en la gente que cultivó mi alma.

Eso me gusta creer. En eso quiero pensar. Y eso es lo que voy a imaginar cada vez que recuerde la sonrisa de mi amiga.

Un puñado de jazmines descansan en mis manos, los recogí momentos atrás del arbusto del patio. A ella le encantaba embriagarse con el aroma de su flor y tenía la osadía de negar su adicción. Yo la molestaba, era un simple olor.

Ahora ya no.

Los dejo frente a su lápida al fondo del jardín, una piedra labrada que jamás hubiera notado si es que Julien no me la hubiera enseñado, olvidada entre la descuidada hierba silvestre, un punto del terreno que no sabía que seguía siendo nuestro. Se podría decir que este sería su segundo funeral. Y según me enteré, no soy la primera que le dedica jazmines.

Miradas intercambiadas, conexión de palabras, una marea de emociones que parecían incorrectas, Ambrosía se había enamorado de quien no debía en el momento menos indicado, cuando sus padres planeaban llevar a cabo un matrimonio arreglado.

Una familia con cierto status en Verona, tenía una casa de campo en un pequeño pueblo de Francia, por lo cual, cuando realizaban sus escapadas se llevaban consigo a dos de sus empleadas para que pudieran servirlos en las tareas del hogar. Aponi y Ana. No era secreto que entre ellas había amistad, eran casi de la misma edad, y con veinte años, estaban al límite de encontrar a su pareja ideal, o alguien que por lo menos les asegurara una mayor estabilidad, relaciones entre familias poderosas, Salvatore Lombardo intentaba conquistar a Ambrosía. Tenía su atractivo, alto, anguloso, carismático, pero faltaba algo.

Creo que de las peores cosas que podría pasarme es sentirme incómoda con alguien que se supone que debe acercarse a mí más de lo normal. Y ese era su miedo también. Estar con alguien a quien no amara de verdad, y quizás nunca iba a amar, no del modo en que la amaba a ella.

Anna fue quien las vio a través de la cerradura, y no se sabe si fue por celos o por su deber como leal criada que les contó lo sucedido a sus jefes. La decisión final había sido tomada, ella se casaría apenas volvieran a Italia y mientras tanto quedaría encerrada en su habitación hasta que acomodaran los asuntos en el exterior. Los días pasaron y la infinidad daba a entender que, si es que había una solución, jamás lo sería para ella, comenzó a enfermar. Es sabido que cuando sufrimos emocionalmente nuestra salud se puede alterar. El vacío en su interior solo tenía peso cuando el dolor reencarnaba y le susurraba en el pecho que nadie podría comprenderla mejor, ayudarla, y sus padres eran bondadosos pero siempre la verían como su hija y no como una persona. Fue entonces que cuando la fueron a buscar ya era demasiado tarde para ella.

Levane Y Las Almas DesorientadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora