Uno

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Está agitada, el aire llega a bocanadas a sus pulmones y aviva las flamas. Se incendia en algo desesperadamente cercano a la ira. Prendiéndole fuego a todos sus impulsos más oscuros, deseos rechazables y eso de sí misma que se esforzó por dejar atrás. La venganza llena su cerebro con ideas interminables sobre cómo comportarse y parece ser la respuesta perfecta para todos sus problemas actuales, esos a los cuales no ha nombrado aún porque no tiene ni la menor idea de si todavía es capaz de pensar fuera de su nube de rabia.

Cada respiro la convence más de algo: su deber de destrozar a Kara, su única alternativa actual. Lo que debería querer hacer, a pesar de cuánto lucha contra sí misma para no hacerlo. Pero la figura gloriosa de Kara Danvers con su orgullo de oro y su cara de bebé da rienda suelta a cada pensamiento reprimido acerca de su ingenuidad. De haber creído ser importante en la vida de la mismísima Supergirl. Ojalá pudiese hacerle sentir algo de lo que ella siente en este preciso instante, la ira más absurda de su existencia consumiéndole las entrañas de camino a casa.

Maldición, casa. Casa y por qué ese lugar se ve exactamente como cierta chica radiante. Es una estupidez, Lena es una estúpida y quiere, de verdad desea, odiar a Kara Danvers. Porque se lo merece.

Sus pisadas son fuertes, está anunciándose por todo lo alto en ese pasillo tan bien conocido. ¿Y qué mierda hace ahí? ¿Por qué no está planeando la mejor venganza? Y ¿por qué quiere tan desesperadamente sólo un poco del cariño sanador de Kara?

De Supergirl.

Quien significa en su vida un juicio constante. Estricta e incapaz de confiar en su palabra. Siempre pisándole los talones con un moralismo imperturbable, manifestándole todas sus obligaciones, sus responsabilidades sociales, aquello que está supuesta a hacer. Y lo que no.

Camina por el pasillo con los tacones haciendo clic contra el piso del corredor para ver a quien prometió no juzgarla y aun así le lanzó su carta más odiada: una Luthor.

Lena Luthor nunca podría apartarse de los desastres de su familia, ¿cierto? Sería demasiado bueno para ella. Kara Danvers es demasiado buena para ella. Pero eligió creerle, confiar en su sonrisa, en sus palabras escritas y su amistad infalible. No tan infalible después de todo.

Llega a la puerta sin haber tomado una decisión. Está hecha un desastre, no sólo mental pero completamente, de pies a cabeza, Lena no se ve como debería: puesta en su lugar, ordenada y pulcra. Es todo lo contrario, es ella después de desilusionarse. También de asesinar a su hermano.

No llama y no se va. La puerta igualmente se abre. Kara da un paso atrás, sosteniendo la chaqueta en una mano y dejando caer su azul mirada en ella. Sorprendida.

Sujeta el picaporte, titubeante.

—¿Lena? ¿Qué sucede? —Avanza aún con la mirada dudosa. Ladea la cabeza, esforzándose por entender—. Eso... ¿eso es sangre? ¿Deberíamos ir a un hospital? ¿Tú estás bien?

Antes de permitirle continuar con su interrogatorio Lena la mira a los ojos.

—No es mi sangre.

—Oh —Casi ve los engranajes girar—. Oh, está bien, bien, pasa. Ven, deberías limpiarte.

Sujeta las mangas de su abrigo rojo, instándola a avanzar. Ella no se mueve, intentando encajar la figura de Kara dentro de ese traje azul.

—¿No quieres saber si asesiné a alguien antes de meterme a tu apartamento? —roza la ironía.

—No. —Vuelve a tirar—¿Lo hiciste? Porque si sí entonces ya lo resolveremos, aunque no estoy a favor del asesinato querría saber las razones y... —Levanta la vista, haciendo una mueca inocente—. ¿Está todo bien?

La forma del hogarWhere stories live. Discover now