SEIS

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No escuche de jungkook en todo el fin de semana. Había tecleado su número por lo menos cincuenta veces, pero nunca pulsaba el botón de llamar. Solo no quería ser el que tuviera que ceder. No quería lucir desesperado, pero maldita sea, lo estaba. El hombre apenas me había besado y juro que casi me vine. Quería verlo de nuevo. Quería besarlo, tocarlo y joder con él.

Suspiré con fuerza y me coloqué mi chaqueta de franela. Tenía que trabajar; era lunes y siempre era el día más ocupado de la semana. Bueno, junto con el viernes. Con las vacaciones acercándose, sabía que mi trabajo iba a ser un dolor adicional en el culo. Entré en la oficina exactamente a las nueve de la mañana encontrándome a Jin en su escritorio. Él no estaba, sin embargo, trabajando. Parecía estar esperando por mí.

—Buenos días, jefe. —Caminé hacia el lado opuesto de la habitación y rellené mi taza de café.

—¿Hay algo que quieras decirme, jimin? —preguntó Jin, cruzando los brazos.

Me di la vuelta para verlo sosteniendo un paquete. —No, ¿por qué?  

–Sí, sí hay algo. Tengo un paquete para ti desde el Hawke Advertising.

—¿Para mí? —Tomé el paquete de él sacudiéndolo. Fuera lo que fuese, no era frágil.

Coloqué mi taza sobre el escritorio y abrí el paquete. Allí, envuelto en papel, estaban una chaqueta de piel y guantes. Tomé la nota dentro de la caja y la leí. 

Ahora tendrás algo para mantenerte caliente en nuestra próxima cita, JK.

No pude evitar que una sonrisa se extendiera en mi rostro. Mi estómago se sacudió y sabía que estaba sonriendo de oreja a oreja. Pase la mano por sobre la chaqueta, sintiendo lo suave que era. Una tos breve me interrumpió y mire a Jin.

—Entonces, ¿de quién es? —Jin se echó hacia atrás en su asiento y se cruzó de brazos. 

Uh oh.

—Um, ¿Jeon jungkook? —Me prepare interiormente. Era una buena cosa, también.

—¡¿Qué?! —gritó Jin, saltando de su silla—. ¿Por qué esta Jeon jungkook enviándote chaquetas y guantes?

—¿Nosotros tuvimos una cita el viernes? —¿Estaba preguntando? ¿Por qué estaba respondiendo con una pregunta?

–Tú… tuviste una cita… con Jeon jungkook. —Jin lo dijo lentamente—. Tuviste una cita con un hombre heterosexual.

—Estoy así de bueno —dije, batiendo mis pestañas hacia Jin.

Jin me fulminó con la mirada.

—No parecía muy hetero cuando me besó —dije, con un gesto casi indiferente de la mano. Casi. Era difícil ser indiferente cuando Jin parecía a punto de explotar.

—¿Qué está pasando, jimin? Pensé que eras más inteligente que eso.

Le entrecerré los ojos. —¿Que se supone que significa eso? 

—Jeon jungkook –resopló Jin —. ¡Vamos! ¡Es el más grande mujeriego de Nueva York!

—Pensé que ese era Trump.

—¡Deja de tratar de ser gracioso! —Me señaló Jin —. ¡Así es como comienza! En primer lugar, una chaqueta, entonces una camiseta, entonces algunos zapatos, entonces cambia tu cabello. Entonces viste trajes, cenas en lugares de alto prestigio y antes de que lo sepas, ¡ya no eres tú nunca más! ¡Te conviertes en alguna nueva versión de lo que tanto odias ser! 

–¿Eso te ha pasado, Jin? —Mantuve los ojos fijos en él, dándome cuenta de que sus ojos se habían agrandado—. Porque sé que solías ser ese hombre del Wall Street. Así que, ¿qué paso, huh? ¿La carrera de ratas fue demasiado para ti?

Jin se dejó caer en su silla con un fuerte suspiro. Me sentía mal ahora. En mi curiosidad, lo había observado alrededor de los primeros seis meses trabajando aquí. Él había sido una gran fuerza a tener en cuenta a la edad de veintitrés. Cuatro años más tarde, simplemente había desaparecido de la vista. Jin suspiró y se frotó el rostro con las manos.

—Sí, jimin. Eso fue lo que pasó. Olvidé quien era y pasé sobre la gente para llegar a la cima. Ese no era yo, no era ese tipo de hombre y al final del día… solo no podía mirarme al espejo nunca más. 

Jin se levantó y camino hacia mí, tomando mis manos. —Solo prométeme que no cambiaras, ¿ok? No dejes que Jeon jungkook te convierta en alguien que no eres.

Casi resoplé. Si Jin conociera a mi familia, como había crecido, vería que nunca sería ese hombre. Había dejado esa casa porque no podía conformarme con ese estilo de vida, ser esa persona. Dinero, en las manos equivocadas, puede ser malo. Había sido suficiente crecer con todo eso. Certeramente no podía dejar que me afectara ahora. Apreté las manos de Jin y le sonreí.

—No voy a cambiar, Jin. ¿Amo mi chaqueta de franela? Seguro que sí. ¿Voy a tirarla? Maldición, no. —Y no lo haría. Había comprado mi chaqueta de franela en una tienda de segunda mano con mi primer cheque de pago real. Era mía. La primera verdadera pieza de ropa que había comprado con el dinero que había ganado. Era un símbolo de mi independencia lejos de mi familia. Jin parecía haberse desinflado un poco y me sonrió.

—Lo siento, solo no quiero que cambies, jimin. Eres un buen niño.

—Tengo veintitrés años. —Levante las cejas. 

—Tengo casi treinta. Tú eres un niño. 

Jin me observó por un momento y luego sonrió. —¿Entonces? ¿Es un buen besador? 

Me carcajeé. 

🗽

Por los próximos tres días, había recibido un mensaje de jungkook por las mañanas deseándome un buen día, y entonces otro más en la noche esperando que durmiera bien. Eso era lindo. Me encontraba enfrente del Joe’s consiguiendo mi taza de café cuando mi teléfono sonó. Miré hacia el texto y sonreí. 

Jungkook: ¿Qué dices de una cena el viernes? 😉

Sabía que debía lucir drogado o alguna mierda como esa mientras leía el mensaje. Mis mejillas dolían de lo mucho que me encontraba sonriendo. Mensajeé de vuelta. 

Yo: Seguro. ¿Qué hora y dónde? 

Jungkook: ¿Siete? ¿Gray’s? 

El hombre era mi héroe. 

Yo: Suena bien, 😉

Jungkook: ¡Te veré entonces!❤️‍

Me quedé boquiabierto. ¿Jeon Jungkook había enviado un pequeño corazón al final de su mensaje? ¿Por qué me sentía como una adolescente? Realmente quería correr por la calle gritando. Esto era Nueva York, nadie lo notaría. Retiro lo dicho… los turistas lo notarían y entonces estaría en You Tube con el título ‘¡Loco Neoyorquino gritando por Broadway!’ 

Guardé mi teléfono y comencé mis entregas del día. Para el momento que regresé a casa, un molesto Fígaro se encontraba maullando en la ventana de mi dormitorio. Dejé que entrara y me dirigí a tomar un baño rápido. Cuando estuve listo me dejé caer en la cama encendiendo el televisor. Mi teléfono sonó y lo recogí. Jungkook estaba llamando. Mi corazón se aceleró inmediatamente. Pulse el botón de ‘aceptar’ y me deje caer en la cama de nuevo. 

—Hola.

—Hola, ¿cómo estuvo tu día?

Sonreí para mí mismo. —Estuvo bien. Gracias por los mensajes. 

—De nada. Estoy deseando que sea viernes ya. 

—Yo también, solo una cosa más —sonreí. 

—¿Oh?

—Bueno, necesito saber si debería ordenar lo usual. — Hubo silencio por un par de segundos. Estaba seguro de que Jungkook se estaba rompiendo el cerebro tratando de recordar la orden de la primera vez que nos conocimos. 

—Sin cebollas. Planeo besarte. Buenas noches, Jimin. 

—Buenas noches —respiré en el teléfono. Sonaba como una línea caliente. ¿Jungkook quería besarme de nuevo? Dios, necesitaba una paja urgente. Mire hacia un lado para encontrarme con Fígaro mirándome directamente. Sí, no hay pajas con el gato observándome.

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