Capitulo tres

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¡Vampiros, hombres lobo y demonios! ¡Oh, Dios mío!

~Jimin

Jin apretó la manilla de la puerta, temblando. ¿Cuándo se había vuelto la noche tan negra y las sombras tan siniestras? Octubre en el profundo sur solía traer todo tipo de clima interesante, pero ese viento frío y helado... Una leve brisa le erizó el pelo; podría jurar que algo le rozó la mejilla.

Eso fue simplemente extraño, pero la sensación de ser observado preocupaba más a Jin.

Un gruñido flotó a través del estacionamiento. No se parecía a nada que hubiera escuchado antes. Miró a las sombras, pero esta se movían continuamente reorganizándose. Los pelos de la nuca de Jin se erizaron y el miedo bailó por su columna vertebral. El lado primitivo del cerebro de Jin gritaba de peligro. Juraría que el viento susurraba la palabra "mío".

—¿Qué demonios? —preguntó Scott, volviendo hacia la puerta del club.

—Dios mío, —murmuró Jin. Había algo allí, oculto en la oscuridad, él lo sabía.

—¡Al diablo con esto! —Vinnie empujó a Scott hacia la seguridad del club—. Ningún pedazo de culo vale esto.

Respirando pesadamente, Jin los vio irse. El alivio hizo que sus rodillas se debilitaran. Un problema menos, ahora otro, posiblemente más peligroso, esperaba en la oscuridad total.

—Entra, ahora, Jimin. —Jin abrió de un tirón la puerta del pasajero y empujó a Jimin al interior.

—Maldita sea, no te quedes ahí fuera, tampoco.

—No tengas miedo. —Jin se apresuró a ir al lado del conductor.

Una vez dentro, encendió el motor y cerró las puertas. Miró hacia el lugar de donde provenía ese sonido. No había nada, ni sombras que se movieran en la noche, ni gruñidos... nada.

Tal vez en lugar de sentarse en el estacionamiento, deberían salir de allí como cualquier persona razonable lo haría. Hicieron falta dos intentos para poner las llaves en el contacto, pero finalmente lo consiguió.

Jimin miró por la ventana mientras se alejaban. —¿Qué fue eso? ¿Escuchaste ese gruñido?

—No tengo ni idea, y sí lo hice, —declaró Jin. Los árboles del aparcamiento no se estaban moviendo ahora. Ese fuerte y frío viento debe haberse calmado, y la noche estaba de nuevo en calma. La sensación de amenaza también había desaparecido—. Algo espeluznante. Todo alrededor de algo muy espeluznante.

—Puedes decirlo otra vez. Jesús, estoy cansado. —Jimin apoyó su cabeza en el reposacabezas.

Jin le echó un vistazo a Jimin. Los ojos de Jimin estaban cerrados. Jin comenzó a bromear sobre que Jimin era más problemático de lo que valía cuando notó dos pequeños bultos rojos en el cuello de Jimin. Parecían dos picaduras de mosquito rojas e hinchadas, excepto que eran marcas, muy evidentes, de mordeduras.

—Jimin, ¿estás bien?

—¿Qué quieres decir?

—El tipo con el que te fuiste esta noche, no te hizo daño ni nada, ¿verdad?

Jimin abrió los ojos y miró por la ventana del pasajero. — No, hombre. Fue genial, realmente genial. Se llamaba Nam. Espero volver a verlo. Era un demonio en la cama.

—Por favor, dime que usaste protección.

—Aw sep. Sí, mami, usé protección. Siempre. Nadie me va a meter la polla en el culo sin látex. Vamos, Jin, ¿qué pasa con la ronda de las veinte preguntas? Casi nunca hago cosas como esta.

BESO MORTALWhere stories live. Discover now