Stefan.

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Stefan



M ientras me preparaba para salir mi madre llamo a la puerta, me pedía un poco de mi tiempo antes de marcharme y se lo concedí.

Sabia por demás de que quería hablar, no era mi tema favorito pero debía aceptar que en cierto modo ella tenía razón.

Pero... ¿Cómo cuidar de un pequeño si apenas cuidaba de mi?. Amaba a Liam era el consentido pero mi estilo de vida era algo excepcional.

Yo me cree una vida... una vida fantasma, llena de emociones y tentaciones que nadie podría siquiera imaginar.

No era el típico mujeriego ese tipo de esquema no iba conmigo. Si bien vivía rodeado de mujeres ninguna fue lo suficiente para siquiera acercarme de una manera romántica.

Prefería por mucho solo enloquecerlas, maravillarlas y luego dejarlas con las ganas, tenía un trabajo único a pesar de no necesitarlo. La noche era mi catarsis, era mi llamado hacia la aventura. Mi único destino.

Como de costumbre terminamos peleados y Salí humeando a rabiares de casa, casi choco con un auto que iba de entrada. Sería un fallo terrible me pareció un lindo modelo a pesar de no llegarle a los talones a mi audi.

̶ ¿Listo para esta noche?. - Pregunto mi hermano de vida.

̶ Siempre. - Respondí con una media sonrisa. Mientras nos adentrábamos al edificio de trabajo.

̶ Hoy nos tocan las buenas. - Decia Adrian.

̶ Eso espero las del fin de semana pasado daban pena. Era justificable que estuvieran en aquella situación.

̶ De que mierdas te quejas a Cesar le tocaron las mas indignantes. - Decia mientras hacia una muesca despectiva.

̶ Debe estar salado. - Dije mientras me carcajeaba.

̶ Ni que lo digas... Raven se salvo por muy poco.

̶ Deberíamos negociar con Camile eso de los catálogos. - Dije carcajeándome.

̶ Sabes que para Camile no hay mas decisión que la suya. Le valemos mierda. - Decia Ledgend haciendo acto de presencia.

̶ De todas formas es trabajo. - Decia Taylor.

Todos nos reíamos mientras nos poníamos los uniformes y salíamos al escenario principal entre bromas.

Trabajábamos en unos de los clubes nocturnos más caros y finos del país. Y si lo piensan un poco sabrían cual era nuestra profesión. Vamos princesas piensen un poco... de no ser así no lo sabrán hasta dentro de un buen rato.

La noche fue bestial y en efecto este grupo estaba insaciable.

Adrian de pelo castaño claro, ojos grises y tez tostada fue secuestrado por un grupo de calenturientas, sabrá Dios que destino tocaría a su puerta.

Yo era la belleza personificada.

De tez ligeramente tostada pelo negro azabache y ojos verdes esmeralda profundos e intensos. Tan intensos que aun a distancia podías apreciar su color. Labios carnosos de color rosa que sufrían intermitencia conforme mi temperatura aumentaba, pasaban del rosa pálido al rosa chillón en segundos, mi semblante impoluto le confería un matiz fino a mi rostro y mi sonrisa la magia de la picardía.

Altura de uno noventa y músculos definidos, un six pack de ataque y algo que por mucho volvía loca a las féminas, un trasero visible. Era el más atractivo de todos, para que negarlo.

Sabia como llamar la atención de cualquier mujer, era tan simple como respirar.

Raven... moreno de pelo color negro, ojos cafés claro y semblante fino era el segundo adonis de la compañía.

Cesar era el tierno, su semblante lo delataba. Ojos azules, pelo cobrizo y tez bronceada artificialmente.

Ledgend de pelo rojizo, tez clara y ojos color miel era la lujuria personificada.

Y Taylor era el romántico... como si de un erudito se tratase le encantaba la poesía. Su aspecto era interesante, cuerpo bien definido ojos de un tono pardo amarillado, labios rosa chillón, pelo rubio y semblante pasivo.

Suele tener mejores noches, cada uno de nosotros personificaba algo. Yo era la sensualidad andante.

Estábamos agotados.

Adrian apareció horas después con aspecto demacrado, como si lo hubiesen absorbido en todos los sentidos. Agotados hasta la conciencia nos dispusimos a ahogarnos en alcohol.

Si bien mi hermana había fallecido hace poco, el estar de luto no la traería de regreso. Debía seguir con mi vida. No se equivoquen la amaba con locura pero no sé vivir el luto.

El dolor no era un sentimiento reconocible para mí.

Además Camile no tenía ese tipo de reparos... perdería mi trabajo en un chasquido de dedos y sin chistar.

Si bien aclare que no lo necesitaba aquel trabajo era toda mi vida. Allí forme una familia. Los chicos además de amigos eran mis hermanos.

¿Gigolo?Where stories live. Discover now