Born to Die |Eʀᴡɪɴ Sᴍɪᴛʜ Aɴᴅ Lᴇᴠɪ Aᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ|

🥀 Embarazo

♡︎Día #2: Embarazo
♡︎Personajes: Erwin Smith y Yelena
♡︎Tipo de texto: Viñeta

Ella era el enemigo, lo sabía desde el primer momento. Su mirada fría y la forma intimidante en que ella le sobrepasaba por pocos centímetros la hacían única, más nadie jamás la había considerado hermosa o digna de admirar.

Pero ambos se brindaron calor en medio de la guerra. Él se había mantenido firme al momento en que su cuerpo comenzó a reaccionar por ella. Y una noche en la que compartieron una copa, las cosas solo cambiaron. Sus cuerpos se conectaron de formas inimaginables y ella le permitió ver lo que ocultaba bajo ese semblante aburrido y sereno: a una mujer con un pasado y deseos para el futuro. Sin embargo, parecía que no valió nada.

Ella solo se alejó.

Cuando estaban en la misma habitación, ella simplemente huía de él. Lo evitaba como si él fuera la peste en persona. Estaba harto de eso. ¿Como una mujer tan fuerte como Yelena, de la nada se volvió temerosa de su entorno?

Esa noche finalmente la enfrentaría. A unos días para partir a Marley, estaba dispuesto a saber que sucedía y si su desliz con la soldado habría comprometido toda la misión y los esfuerzos de sus camaradas. En camino a la habitación de Yelena, se encontró con Hanji, con un rostro extrañamente decepcionado y preocupado.

-Hanji, ¿Que sucede? -, preguntó y puso una mano en el hombro de la castaña.

-Es Yelena -, respondió y Erwin abrió los ojos con sorpresa.

-¿Pasa algo malo con ella? -. Intentaba por todos los medios evitar que se notará su preocupación por la rubia.

-Ha decidido no ir a la misión. Asegura que su salud no es la mejor y no desea ser un estorbo.

Erwin tragó grueso.

-Busca a alguien capaz de sustituir a Yelena y ordenale que empaque. Yo hablaré con Pixis sobre esto -. Hanji asintió y salió del lugar.

Una vez solo en el pasillo, avanzó hasta la habitación de Yelena y tocó un par de veces.

-No estoy de humor para absurdas insistencias -, se escuchó su voz al otro lado de la puerta. -Arrestenme si lo consideran necesario, no tengo nada que ocultar.

Erwin giró la perilla y se sorprendió al ver que la puerta no estaba con llave. Al entrar, la encontró con su uniforme blanco viendo hacia la ventana. La luz de la luna hacia brillar su cabello y su altura generaba una enorme sombra. Smith cerró la puerta y Yelena finalmente volteó, abriendo los ojos a más no poder al encontrarse con las orbes azules del comandante de la Legión de Reconocimiento.

-¿Que haces aquí? -, preguntó observando con nervios a todos lados de la habitación.

-Vengo a resolver el problema que pareces tener conmigo -, dijo con firmeza, evitando el dejarse llevar por su molestia. -Y para considerar tus razones de abandonar la misión.

-Ya he hecho suficiente por esta isla -, dijo y cerró las cortinas de la habitación, ahora solo iluminada por la luz de las velas. -Simplemente no entregaré mi vida.

Yelena tenía la intención de dirigirse al baño, pero rápidamente fue detenida por Erwin, quien tomó su brazo y la acercó a él.

-No me vengas con eso -, dijo con la mandíbula apretada.

-Sueltame, Erwin -, dijo y lo empujó sin lograr nada.

-¿Que ocultas, Yelena?

Las lágrimas en los ojos de la rubia se hicieron presentes. El rubio se sorprendió al verla tan expuesta y débil, no era algo que esperara. Erwin suavizó el agarre en su brazo y Yelena se tiró al suelo sin poder dejar de llorar.

-Tengo miedo... -, confesó mientras se abrazaba. -Esto no era parte del plan.

-¿Que te agobia, Yelena? Si no me lo dices, no podré ayudarte.

Por unos segundos, lo único que se escuchaba eran los sollozos y moqueos de la rubia en el suelo. Erwin se quedó a su lado tomando su mano, paciente a la respuesta de Yelena.

Y después, simplemente dejó ir lo que cargaba por si sola desde hace semanas.

-Erwin... Estoy embarazada -. Erwin la volteó a ver con los ojos muy abiertos. Sus labios dubitativos, pensando en que decir a tan enorme revelación.

Yelena abrazó su vientre. No esperaba algo de Erwin porque solamente estuvieron juntos una noche, pero en el fondo toda aquella situación la afectaban enormemente. Lo que sentía por Erwin, la guerra que se avecinaba, el convertirse en madre. Jamás se planeó amar y tener hijos, toda su vida se dedicó a ser fuerte y ganar batallas. ¿Que podría ofrecerle a un bebé una mujer sola y rota como ella?

Yelena volteó a ver a Erwin y este solamente la atrajo a él, apretandola como si no quisiera dejarla ir.

-No estás sola, Yelena -, susurro en su cuello. -Yo te protegeré.

La rubia se aferró al hombre, sintiendo el efecto que sus palabras tenían sobre ella. Su voz, solo su voz era capaz de calmar sus nervios y hacerle sentir que realmente había un futuro para ella y su hijo.

Él la amaba...