Born to Die |Eʀᴡɪɴ Sᴍɪᴛʜ Aɴᴅ Lᴇᴠɪ Aᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ|

🥀Regalo de Bodas

♡︎Día #5: Regalo de Bodas
♡︎Personajes: Levi Ackerman y Hanji Zoe.
♡︎Tipo de texto: Viñeta

Levi se cuestionó aquella decisión por muchas noches. Pensar en unir su vida con alguien más era algo que sentía extraño, amaba a la mujer, pero durante las últimas noches ella aparecía en sus sueños recurrentemente.

Había pasado por mucho. Tras detener el retumbar, se aisló del mundo entero, incapaz de superar la muerte del amor de su vida, Hanji Zoe. Ella, al igual que muchos, sacrificó su vida por las sonrisas de la humanidad en la maldita guerra. Pero aunque el mundo podía reír, él no fue capaz de hacerlo, porque ella era fue mundo.

Sin embargo, un día apareció alguien en su vida. Lo hizo reír y le recordó el deseo de tener algo porque vivir. La mujer que conoció por casualidad, lo amaba con todas sus cicatrices y comportamientos, él lo sabía muy bien, y cuando le propuso matrimonio él era sincero al decir que quería pasar el resto de su vida con ella a su lado.

Pero, el recuerdo de Hanji seguía sangrando en su interior. Cada sueño, cada momento y cada sonrisa prendieron fuego y se desvanecieron aquella tarde frente a los titanes colosales. Las últimas palabras que ella le dedicó aún seguían frescas en su memoria como si todo hubiera pasado el día anterior.

No era algo que pudiera decirle a su futura esposa. Él quería una vida con ella y mantener a Hanji en su mente solo creaba una guerra entre su pasado y su futuro.

Justo el día de su boda, Levi solo deseaba borrar todos esos pensamientos. Se arregló la corbata y se levantó de la silla de ruedas con la ayuda de un bastón. Se miró al espejo y observó por un largo rato todas las cicatrices en su rostro, recordando todo vividamente.

-Debo decir que te ves muy apuesto con ese traje negro -, escuchó una voz detrás de él. Levi se dió la vuelta y se encontró con Pieck.

-¿Te invitaron los mocosos? -, preguntó ignorando su comentario.

-Digamos que me autoinvite -, Pieck observó el jardín con los invitados disfrutando de la recepción. -¿Te sientes bien?

-Mejor que nunca -, dijo y tomó su bastón para acercarse a la pelinegra. -¿Que haces aquí?

-Oye, no te enojes, vine porque debía -. Dijo y arregló un cabello de Levi que se salía de lugar, irritandolo. -Tenia que darte un regalo.

-Ya hay suficientes regalos allá abajo.

-Este es diferente -. Pieck observó como Levi se dirigía otra vez al espejo. La expresión divertida de la mujer cambio a un semblante serio. -Es de parte de la comandante Hanji Zoe.

Levi volteó rápidamente hacia ella con una sorpresa evidente en su mirada. Lo más rápido que pudo, se acercó a Pieck, más está no se inmutó por la mirada del Ackerman.

-¿Que dijiste?

-Ella dejó algo para ti antes de morir -, Finger revisó su bolso y sacó una cajita de color azul oscuro. Levi la observó en todo momento. -Me lo confío aquella tarde antes de su sacrificio.

Levi lo tomó con las manos temblorosas. Pieck conocía el orgullo del hombre y decidió darle su espacio, alejándose de él y, cuando estuvo a punto de abandonar la habitación, lo volteó a ver.

-Le deseo muchas bendiciones a tu matrimonio -. Y finalmente salió.

Levi seguía allí, con las manos cargando la cajita, sin poder creer lo que sucedía. Al abrirla, se encontró con un par de anillos de matrimonio, de los más elaborados de Paradis cuando la isla aún seguía bajo amenazas. En la tapa superior, había un pequeño papel pegado. Levi lo arrancó con cuidado y lo desenvolvió.

"Si tú nunca te decides, tal vez deba pedirtelo yo. Si no estamos juntos en el futuro, que quien los use sea digna de tu amor"

Hanji Zoe

Levi soltó lágrimas involuntarias al leer la caligrafía de Hanji y mucho más al ver que ella tenía planes para un futuro juntos. Habían pasado casi 10 años desde el retumbar, desde su muerte, pero ella seguía intacta en su memoria.

Levi escuchó por el pasillo la risa de su prometida y sonrió. Hanji lo hizo feliz por mucho tiempo, y sacrificó su vida para darle un futuro a los mocosos y a él. Guardó el anillo en su saco y salió de allí, listo para darle el acepto a la mujer que sanó sus heridas.