CAPITULO UNO: EL ANTES

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CAPITULO 1: ELANTES

Espero tranquila por el autobús en la parada correspondiente. Estoy acostumbrada a tomarlos siempre a la misma hora, en el mismo lugar, y jamás me ha sucedido nada. Sin embargo, para todos los días hay una primera vez para cada cosa. Hay un primer momento, algo que detona algo que sencillamente no puedes evitar, no puedes detener.

Algunos le dicen cosas del destino.

A mí me gusta pensar que es sencillamente cuando te toca, te toca. Si algo va a sucederte, no importa que te quites que faltes que llegues tarde. Va a sucederte De igual forma.

Lo mismo aplica cuando algo no va a tocarte, aunque te pongas ni aunque cambies de lugar con la persona que le toca, ni aunque intentes una y mil veces tirarte las vías del tren cuando sabes que este viene en movimiento, puedo asegurarte que el tren va a detenerse.

Así que a mí en ese momento, supongo que si me correspondía que me sucediera.

—Hola, Cindy, ¿Cómo estás? — Saludo de inmediato a la conductora, que me abre las puertas del autobús y subo el silencio con mi mochila colgada de un solo lado y me siento justo detrás de ella.

—Rebeca cariño, ¿qué tal la escuela? ¿Cómo van los estudios?

Lunes de clases en la Universidad luego de haber pasado un buen fin de semana largo debido a una nevada repentina que nos impidió tomar las clases durante cuatro días.

—Pues ya ves intentando reponer clases luego de esta estúpida nieve que no me dejó ir.

—Creo que eres la única joven que se está quejando por la nieve.

En eso sé que ella tenía razón, a mí me gusta estudiar, no lo hago porque mis padres me exijan hacerlo. No lo hago porque el Sistema me obligue a hacerlo para conseguir un buen título universitario, para luego postularme a un postgrado o quizás a un buen empleo que pueda cubrir mínimamente mis gastos y darle alguna ayuda a mis padres.

Lo hago porque me gusta estudiar desde que tengo uso de razón, siempre me ha gustado leer. Escudriñar. Saber el porqué de las cosas, saber el motivo y la razón que obligó a ciertas personas a tomar toda clase de decisiones. Desde Newton, hasta Cristóbal colon.

Aunque para mí estas preocupaciones son importantes. Y pasan de ser simples preocupaciones juveniles, para otros son banalidades, estupideces, tonterías, cosas sin sentido que tan solo me roban tiempo de calidad. "Calidad"

Así que repito, el pensamiento de que lo que para mí es bueno, para otros jóvenes de mi edad es completamente estúpido.

—¿Ya tienes amigos en la Universidad? —Para todo el que me conocía desde pequeña, o al menos durante un par de meses, tal vez años. Esa era la pregunta que seguía luego de enterarse que ya estaba asistiendo a la universidad.

Mi madre sufre de cáncer en la sangre, leucemia, un maldito nombre que en verdad quisiera borrar de mi cabeza. Perdí todo el año pasado. O tal vez no fue una pérdida más tiempo dediqué ese año a cuidar de mi madre, a protegerla, a estar ahí para cada una de las quimioterapias, para ser su suporte, su roca, mientras mi padre trabajaba turnos dobles buscando el dinero suficiente para costear los medicamentos y terapias.

Mi madre me pidió que fuera a la Universidad, me lo robó una y otra vez. Mis notas habían sido sobresalientes en la secundaria. Una beca había llegado hasta la puerta de mi casa, sin embargo, mi madre enfermó.

¿Cómo iba a mantener las notas cuando mi madre estaba en cama?

—Cariño, es importante que hagas amigos. Es importante que tengas una vida fuera de estas cuatro paredes que aprendas a divertirte igual que los demás jóvenes. — recuerdo a mi madre decirme la semana pasada cuando la nieve nos obligó a quedarnos en casa.

UN REY SIN SU ANGEL: LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora