CAPITULO DOS: EL NAUTICA

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CAPITULO 2: EL NAUTICA

—La cosa está complicado necesitamos nuevas aquí. — dice el.
—Ya te dije que las que están van a resolver. — declaro.
—Pero tú no eres el que está aquí cada vez que un cliente se queja porque el entretenimiento no es bueno.— repuso él y Cristopher giró los ojos. —apóyame en esto.— le pide a Franco.
Trabajo con Cristopher y Franco desde hace ya tres años y la verdad es que ambos hombres se han ganado mi confianza y se han ganado que les dé la oportunidad de hablar sobre mi negocio como si ellos fuesen los mismos propietarios sin embargo el único dueño de toda esta mierda soy yo.
Christopher Lewis ha sido mi compañero primero que muchos otros de los que están aquí. Comenzó como mesero en uno de mis clubes en Washington y ya luego me lo traje hasta Manhattan como mi mano derecha. Al poco tiempo conocí a Franco, el mismo supo valorar cada una de las oportunidades que la vida le ha dado al pertenecer a mi negocio
—Dominic, di algo por el amor del demonio.
—¿Qué puedo decir? hay que hacer lo que hay que hacer.
—Eso no es una puta respuesta. Sabes muy bien que hay que conseguir chicas jóvenes y que no les importe que la manoseen ni tampoco que los clientes quieran pagarles para acostarse con ellas...
—Sé bastante bien la clase de trabajo que se hace en mi club, en cada uno de mis clubes, ¿o se te olvida que yo empecé este imperio solo, maldita sea?
Silencio.
Era lo mismo de siempre, cada vez que yo maldecía, golpeaba mi puño contra la mesa de madera, en la cual estábamos sentados y nos reuníamos cada puta semana para compartir los detalles importantes en Náutica, la reacción de ambos era la misma: puro miedo y respeto.

—Dominic...— esa vez fue Franco El que se inclina un poco más hacia adelante, como si lo que fuese a decir a continuación fuese un jodido secreto. Le doy una calada a mi tabaco y espero. — sabes lo que pasó la última vez con Natalia, entiendo que podemos seguir trabajando con las que tenemos aquí, que no representan un problema para el negocio.
—No todas las putas chicas de Manhattan son unas topos infiltradas por la policía.— refunfuña Cristopher.
La experiencia con Natalia había sido enriquecedora, tanto Cristopher como Franco y yo nos habíamos follado al mismo tiempo una cría de unos 22 años que apenas comenzaba a vivir, pero que había entrado con todas las intenciones de ser una más del club Náutica.
Aunque no había sido un requisito y nunca lo será el hecho de follar con cualquiera de nosotros para conseguir el empleo, la verdad es que el polvo me vino bien. La mujer es muy buena con la boca.
—Ambos están a cargo del club, lo único que me interesa es que hagan las cosas como corresponde.— les digo.
—Es lo que estamos intentando por eso te citamos a esta hora....—dice Franco entonces allí la camarera llega nos sirve 2 tragos a mi tía Franco de Bourbon y Cristopher frunce el ceño.

Julia se retira, no sin antes dedicarle a Cristopher una mirada más que sugerente.

Julia es la bailarina más reciente. Bailarina de pooldance y de lo que haga falta.

Ojos verdes enormes, mirada traviesa, labios carnosos y pechos jugosos.

No he follado con ella, no es mi estilo. Pero viendo a Cristopher levantarse del sofá, me doy cuenta que él si la ha probado.

Una vez que se marcha, Franco me mira mientras le da un sorbo a su copa.

— Lo que vayas a decir, dilo ya. No seas marica.
—Se está tirando a todas. No ha dejado un solo hoyo sin llenar.
—¿Se están quejando? —Él aprieta los labios y su ceño fruncido se hace aún más pronunciado. — mientras nadie se queje y mi dinero quede y mi dinero quede intacto, deja que se folle hasta a tu madre. — le digo mientras dejo la copa sobre la mesa y me levanto, el tabaco a medio terminar, me molesta en los dedos así que lo dejo en el cenicero. — coordínense, mañana tenemos visita de los Petters y quiero toda la mierda en su sitio.

Me dirijo hacia afuera, es lo único que puedo hacer en este momento: alejarme del maldito club antes de que estos dos hombres me desquicien.
Ellos aunque trabajan terriblemente bien cuando se trata de tomar una decisión en conjunto se vuelven dos críos.

No ve los problemas más allá sacó el móvil y veo en la pantalla un número desconocido que me escribe por WhatsApp.

De inmediato abre el mensaje pues pocas personas tienen mi número personal.

Hay una sola oración seguida de una foto:

"Te tengo un regalito"

Mierda.

Infiltrar a Darla en la universidad fue lo mejor que pude hacer para conseguir un par de zorritas más.


UN REY SIN SU ANGEL: LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora