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Enero 2019

Estaba al teléfono con mi novio. Me sentía bien, nada me molestaba, pero el tono con el que él me hablaba era distante y eso empezó a preocuparme. No era una chica insegura, pero me incomodaba sentir incertidumbre.

-Iván, ¿pasó algo?

-Si -espetó de malas maneras-. Quiero ir a tu casa.

-Claro, dime cuándo vas a llegar para esperarte -dije con un poco de entusiasmo, pero estaba muy nerviosa por la forma en que respondió a mi pregunta.

-Voy mañana y quiero que esté tu amigo.

- ¿Una reunión de amigos? -solté-. No me parece una mala idea.

-Darla... -lo escuché suspirar, yo ya estaba hiperventilando, nerviosa-. No sabes las ganas que tengo de estampar mi puño en la cara de ese imbécil.

Cuando lo escuché decir aquello no supe cómo reaccionar. Mi mamá estaba a mi lado, cuando me vio de inmediato me preguntó si me encontraba bien, y asentí.

-Iván, pero ¿qué...?

-Lo sé. Lo sé todo, Darla -al escuchar esas palabras lo supe..., estaba perdida-. Deja ya de mentirme y dime la verdad.

- ¿De qué verdad hablas, Iván? -miento-. No sé qué pasa ahora.

- ¡Sí lo sabes! -alza la voz y mi cuerpo empieza a temblar porque sabía lo que había hecho y me sentía la persona más miserable por hacérselo a él-. Iré a tu casa ahora mismo y quiero que él esté ahí.

-No... -solté-. Espera.

- ¿No? ¿No quieres que no le parta la cara a ese imbécil? ¡Llevamos saliendo más de cuatro meses, Darla! -las ganas de llorar empezaron a notarse porque mi madre se asustó al ver mis ojos brillantes-. ¿Por qué? Dime..., ¿qué no hice bien para que me hagas esto?

Sabía a lo que se refería, pero aún así sentía que si mentía él me diría que se trataba de algo más... y no de ese error.

- ¿De qué hablas..., Iván?

-De lo tuyo con ese idiota -espeta-. ¿Crees que no sé de sus llamadas calientes, esas que tiene por las noches cuando me dices que te vas a dormir? Si creíste que era un idiota... Pues no lo soy.

-Yo... -la voz se me había ido, ahora no era yo la que estaba al teléfono, sino mi mamá-. Espera...

Ya era muy tarde. Por la expresión de ella sabía que Iván le había contado todo en menos de un minuto. Y es que no hacía falta hablar mucho para saber lo que hice. Lo que más me dolió en ese momento no fue el saber que mi novio se sentía engañado, sino la cara de mi madre. No estaba enojada, estaba decepcionada de su hija. Ella nunca prefirió gritarme, sino hablarme, siempre lo hizo y ahora era yo la que no la escuchó.

-Mamá... -la llamé y me miró con tristeza-, ¿me das el teléfono, por favor...? Quiero hablar con él.

No sabía qué decirle exactamente, pero lo que sí sabía era que debía dejar de mentirle.

-Iván..., lo siento mucho -no dijo nada y continué-. Lo hice y no sabía las consecuencias. No quería hacerte daño.

- ¿No sabías sobre las consecuencias o no querías dejar de calentarte con él? Pero eso no es lo peor... ¡Ni siquiera puedo molestarme contigo, aunque ahora mismo me hayas hecho sentir el hombre más insignificante del mundo!

-Yo no quería...

-Deja de mentirme -me interrumpió-. Sé perfectamente de lo que hablaron, de todo. No soy el único que lo sabe.

-Mi mamá..., se lo dijiste -la miro, pero ella no a mí.

-Lo sabe todo el colegio porque el mismo chico que llamabas amigo y con el mismo que hablabas se encargó de grabar sus llamadas y pasársela a la persona que me la mandó -murmuró con fastidio-. Al menos yo si tengo amigos que me dicen las cosas de frente.

- ¿Lo sabe todo el colegio? No..., sabes que eso no se quedará ahí... ¡No se quedará ahí!

- ¿Sabes, Darla? Me siento muy mal, no solo porque me hayas engañado en la cara, sino porque tú te sientes mal ahora mismo... Debo decirte que termino con esta relación, si, pero no puedo y tengo que pensar con cabeza fría para poder tomar una decisión -lo escucho suspirar-. No iré a tu casa, pero tampoco te llamaré.

-Iván... Yo te amo -dije rápidamente antes de que colgara-. Tengo que explicarte todo. ¡Por favor!

-Lo sé todo y con detalles. Ahórrate ese tiempo y descubre las consecuencias de tus actos -cuelga.

No era cierto... Todo el colegio no podía saberlo... Y mi mamá... Aún no podía mirarme a los ojos porque sabía que si ella lo hacía iba a soltar lágrimas. Lo que menos quería era verla con desilusión, pero ya era tarde.

-Ve a bañarte -fue lo único que salió de sus labios.

Fui e hice caso. No quería verme y tampoco quería verla. Me partía el corazón y me dolía todo esto. Todo fue por mí. Era la causante del dolor y tenía que hacerme la responsable. Ella me ayudó en muchas cosas; antes de Iván había un chico que me gustaba y ese es el mismo con el que tuve esas llamadas. El mismo con el que engañé a mi novio. Mi mamá me ayudó a conquistarlo, ahora ella sabía que era solo mi amigo o, bueno, el causante y otro responsable del engaño de Iván, mi actual pareja o ex pareja... Ya no lo sabía. 

"RECUERDA: EN ALGÚN LUGAR..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora