cuatro

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juan desarrolló la costumbre de tomar la mano de spreen todo el tiempo desde entonces.

sus ojos siempre parecían asustados, y muchas veces spreen tomaba sus mejillas para mirarlo fijamente, los ojos del mayor eran lo contrario, fríos y tranquilos, eran lo único que podía relajarlo.

y era extraño pero hermoso, cómo el mayor notaba el pánico crecer en el menor, y cómo simplemente tomaba su rostro, aplastando ligeramente sus abultadas mejillas y se acercaba hasta que la vista era sólo él, enfocaba los ojos en el otro, conectaban miradas y se quedaban allí largos minutos, sin decir o hacer nada más, hasta que finalmente juan lo abrazaba como agradecimiento, cuando aquello funcionaba y se sentía más tranquilo, un poco más a salvo.

se encargaban de caminar juntos, de la mano, haciendo avanzar los cristales en sus tiempos de aburrimiento, sin más, viendo a la nada eterna e infinita.

-¿crees que en verdad podamos salir de esto?- era una pregunta que juan formulaba cada tanto, que spreen últimamente contestaba de la misma manera.

-aunque cueste una noche o cien años- decía, asintiendo -algún día saldremos de aquí-

encantador ★ spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora