Capítulo 4

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Me desperté sobresaltada por el sonido fuerte proviniendo de algún lugar. Abrí los ojos y observé la penumbra bañada de la luz proveniente de la ventana, donde la luz de la luna iluminaba. Me levanté y cogí la camiseta de Pat del suelo y me la puse. Estaba sin ropa interior así que me apresuré a ponérmela. Quería saber qué estaba ocurriendo en mi casa.

Salí apresuradamente de la habitación y caminé con sigilo a la sala. Me sorprendí de ver a Kael riendo en medio de la sala.

-Shhh -dije acercándome a él. Cuando estuve un metro sentí el olor fuerte a licor combinado con un perfume de mujer-. ¿Estás borracho, Kael?

Él enfocó en su vista en mí y sonrió cuando me vio frente a él.

-Hola, Soph -murmuró con voz atropellada-. Justo pensaba en ti.

Arqueé una ceja.

-¿Te divertiste? -pregunté viendo cómo su sonrisa no se borraba.

Kael asintió repetidamente.

-Como en los viejos tiempos.

Esa frase me desarmó. Me acerqué a él, aun con ese olor nauseabundo y lo tomé del brazo para estabilizarlo. Parecía que en cualquier momento se iba a caer. Cuando él deslizó un brazo en mi cintura, sentí un escalofrío recorrerme.

Kael bajó la mirada a mi cuerpo.

-¿Qué rayos estás usando? -preguntó mirando mi ropa, que consistía solamente en una camiseta que me rozaba a mitad del muslo. La camiseta que Patrick había usado para ir al pub-. Ah, es de Pat.

Se alejó de mí como si mi contacto lo quemara y tropezó con la mesa del comedor. Llegué a él y lo tomé del codo pero se zafó en un rápido movimiento.

-Hueles a él, Soph -dijo con dificultad debido la borrachera que tenía. Volteó a verme e hizo puchero. Ignoré su diatriba de borracho y lo arrastré hasta su temporal habitación, la de invitados.

Prendí la luz y lo senté en la cama.

Kael se quedó varios segundos con la mirada perdida, mirando el suelo como si fuera lo más interesante. No supe si me ignoraba o solo estaba sumido en sus pensamientos. Por lo que me agaché a su altura y presioné mi mano sobre su rodilla.

-Eh, ¿qué pasa?

Kael me miró. Parecía atormentado. Su mirada mostraba tristeza.

-Quiero olvidar, Soph. Quiero olvidar todo lo que viví allá -murmuró, pasándose una mano por su cabello y despeinándolo-. Por eso fui con ella, porque quería olvidar. Pero no lo hice, solo cuando estoy contigo puedo olvidar.

No sabía qué cosa quería olvidar. Lo que había vivido en su vida al enlistarse en los Marines tal vez. No me importó, porque cuando escuché sus palabras, sobre que solo yo podía hacerlo olvidar. No pensé. Simplemente actúe, y lo abracé. Kael se aferró a mí con fuerza, y me apretó contra su pecho. Cerré los ojos por instinto y dejé que se uniera a mí. No podía borrar su memoria, pero podía consolarlo. Era mi mejor amigo. Una vez lo fue, y siempre lo será.

Luego de varios y largos minutos, me alejé de él. Sentí algo mojado en mi hombro y cuando me fijé, vi una gran mancha mojada que supuse era de las lágrimas de Kael. Observé su rostro surcado en ellas. Sus ojos rojos me devolvieron la mirada. Tomó mi mano y con suavidad depositó un beso en el dorso, sonriéndome nuevamente con la típica sonrisa suya de coqueto.

-Gracias, Soph.

Se limpió el rostro con su camiseta, luego la tiró en algún lugar del suelo y procedió a quitarse los pantalones, desabrochando su cinturón con torpeza.

-¿Qué haces? -exclamé con los ojos muy abiertos.

Kael se encogió de hombros.

-Duermo en bóxer -dijo con una sonrisa. Sus mejillas sonrojadas por el licor-. A menos que quieras unirte.

Rodé los ojos, para nada escandalizada con su sugerencia. Es más, me acordaba de las épocas de secundaria, cuando lanzaba sus bromas frente a Pat. Éramos amigos aún y Kael amaba fastidiarme.

-Oh, cállate.

Me alejé en dirección a la puerta para dejarlo dormir. Definitivamente mañana él tendría resaca. Pero antes que pudiera llegar al pomo de la puerta para abrirla, escuché pasos y luego una mano tocó mi cintura. El peso de Kael caía sobre mí desde atrás, su cuerpo perfectamente alineado con el mío. Quise alejarme pero me mantuvo sujeta en el lugar.

-¿Qué...?

Kael enterró su rostro en mi cuello. Me quedé quieta respirando artificialmente cuando besó con suavidad la curvatura de mi cuello, donde se unía a mi hombro.

-Soph -susurró en voz ronca-. Ojalá no me hubiera ido. No sabes cuánto me arrepiento de esa decisión.

Cerré los ojos tratando de controlar mi respiración. Recordaba que a tan solo unos metros estaba mi esposo, en nuestra cama, durmiendo luego de haber hecho el amor. Tras ese pensamiento me zafé de Kael y lo empujé hacia atrás.

-Estás borracho, Kael -murmuré sin verlo a los ojos. Abrí la puerta, pero antes de salir, él volvió a hablar.

-Ojalá no lo hubieras elegido a él.

Salí de ahí cerrando la puerta tras su confesión, con el corazón latiéndome desbocadamente y las piernas temblorosas. Caminé hacia el dormitorio y observé a Pat tranquilamente dormido en nuestra cama. Me eché a su lado, aun con su camiseta, y me acurruqué contra él, necesitándolo ahora más que nunca. Las palabras de Kael habían dejado un hoyo en mi corazón. Y no quería darle más vueltas.

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