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—¡Kazutora, ven aquí! —El pelinegro estaba haciendo su tarea hasta que escucho un grito en la sala, haciendo caso se dirigió al lugar de dónde provino el llamado. Una ves llegó, observo a su padre sosteniendo un pequeño regalo forrado en papel con tigrecitos estampados.

—¿Qué paso padre? —Su voz demostraba felicidad al ver que su progenitor se acordó de su cumpleaños y no sólo eso, si no  hasta que le compro un obsequio, era la primera vez que lo hacía.

—Este regalo estaba en el correo, ¿quién te lo envío? —Su felicidad seso dando lugar al miedo cuando escucho la cortante y fría vos del contrario.

—No-no se, talvez fue uno de mis amigos —Una estruendosa carcajada sin gracia estampó en su oídos, para proceder a escuchar   unos pasos que se dirigían a donde se encontraba,  se mantuvo agachado, hasta que sintió como tomaban  su cabello con fuerza y lo estiraban haciendo que levantara el rostro.

—¡CUANDO TE HABLO VEME A LOS OJOS!—Un fuerte grito resonó en sus tímpanos, asustándolo.

— Lo-lo siento —Su padre volvió a jalar de sus hebras pelinegras.

—Eres una escoria, deja de tartamudear, que no sabes hablar bien, ya estás grande compórtate como tal.

—Le soltó con brusquedad hacia abajo, haciendo que callera al piso y sin estar satisfecho lo golpeo con su regalo

—Quiero a esa porquería quemada y más te vale dejar de verte con delincuentes, de seguro fue ese enano el que me lastimo ¿Verdad? —Sacudiendo su traje con molestia, salió a seguir trabajar después de su corto descanso, dejando a un Kazutora llorando, que se levanto una vez que le escucho cerrar la puerta.

—Más te vale no tener novia, o tu padre te golpeara —Escucho  la voz de su madre, que provenía de la cocina, pero no le contesto sólo tomo el pequeño presente y se regreso a su cuarto.
Al llegar se hecho a la cama para proceder abrir aquel obsequio–por el cual recibió un regaño–dejando ver un bonito broche en forma de tigre y una cartita que decía:
Kazutora, ezpero que te la eztes pasando mui vien en tu dia especial. Te kiero mucho, tigresito. ❤️

Aquel escrito le hizo sentir mejor y sonriendo lo guardo en una caja que casi se encontraba llena, se preguntaba quién era el que le enviaba regalos cada cumpleaños, san Valentín y navidad desde los once años, al principio eran solo cartas que encontraba por donde pasaba y las recogía por mera curiosidad, dándose cuenta que su nombre estaba escrito en ellas y cuando cumplió quince años, empezaron los regalos los cuales  siempre se encontraban en su casillero, siendo esta   la primera vez que se lo enviaban a su casa. Como quisiera comunicarle a esa persona que ya no lo haga, no quiere tener más problemas con su progenitor. Una de las formas en las que se daba cuenta que era la misma persona que le mandaba eso, es por sus múltiples faltas de ortografía en los cortos escritos acompañantes de los pequeños obsequios, los cuales atesoraba demasiado.
Dejo de lado todo ese asunto, cuando miro la hora en su pequeño reloj,  siguiendo con su trabajo, pues el día de hoy iba a salir con su amigo Junpeke, este le había invitado a pasar su cumpleaños juntos.
Al acabar se fue a bañar y una vez listo  partió al árcade donde se iba a encontrar con el chico del pendiente genial, en todo el camino recibió mensajes de sus nuevos amigos, que le felicitaban; que mal que  tenían cosas que hacer y por ello solo va a pasar con el de dientes sobresaliente. Cuando llego lo primero que miro fue a su amigo recargado en la pared del establecimiento, se dirigió a saludarlo pero lo único que recibió fue un zape.

—Me tienes esperando bastante, Hanemiya —El nombrado empezó a sobarse apenado de haber llegado tarde.

—Lo siento, es que me retrase un poco haciendo la tarea —El contrario sonrió y extendió su mano.

BajitoraWhere stories live. Discover now