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—He Tora, ya amaneció —Un  suave movimiento interrumpió sus dulces sueños y a pesar de que no fue brusco la forma de como le sacaron de su ensoñación, no evito el contestar de mala gana.

—Cállate tonto, no  molestes —¿Por qué no lo dejan dormir bien, aunque sea los fines de semana?, acaso era mucho pedir.

—Tan lindo que te vez , pero todo un boca suelta también  —No evito el  burlarse de la mueca que se formo en la bella durmiente de su Kazutora, al escucharlo. Mientras tanto el pelinegro empezaba a reaccionar reconociendo esa risilla...¿Keisuke?.

—Ah…¿Baji?—Abrió los ojos levemente para observar al contrario, confirmando de esta manera que si es el azabache.

Ya un poco más despierto se percato de la  encantadora sonrisa que poseía el contrario, la cual  dejaban al descubierto aquellos  grandes colmillos que tanto lo caracteriza. Carajos había olvidado que ya vivía con él.

— Pues quién más... Vamos mejor levántate, para que me acompañes almorzar antes de que me vaya —Sin obtener  respuesta, se salió del cuarto para poder irse a seguir cocinando.

—Que lindo que se ve con ese mandil de gatitos — Sus mejillas se pintaron de carmín al instante. maldecía que este tipo de elogios al contrario, le salieran sin siquiera pensarlo y lo peor de todo, es que no solo los decía en su mente, si no también en voz alta.

Aun con el rostro rojo se dirigió al ropero que compartía con el mechas largas, para poder tomar un cambio y irse a dar una duchar. Al encontrarse adentro del cubículo, se miro en el espejo–había engordado un poquito–era lo más  obvio que le pasaría por comer tantos dulces, pero es que son tan ricos que le era imposible el dejarles. Mejor decidió en ya no tomarle  importancia a su físico, pues sí seguía así, no saldría nunca de ahí.

Con  menos flojera  se dirigió a la sala, encontrándose con un Keisuke que miraba el documental de animales que salía siempre los sábados a primera hora, si que se concentraba demasiado en  ese tipo de cosas

—¡Oh tora! —Aquellos pasos arrastrados, lo sacaron de su  anotación mental sobre mas datos curiosos de los animales–los cuales le contaría después al pelinegro–haciendo que volteara  a ver.

—Buen día Baji —levanto la mano en señal de saludo, para poder ir a sentarse. El olor de la comida le abrió el apetito, así que sin esperar al contario se sirvió del  curry y arroz que yacían  sobre la mesa.

—Creí que nunca te ibas a levantar. Eres todo un tigre dormilón —Se burlo de su propio comentario. Mientras se acomodaba en la otra silla.

  —Como quieres que duerma, si tu no me lo permites.

— No te enfurruñes, solo quería la compañía de mi tigre —Demonios como puede decir aquellas palabras, que no ve, que se hace  tontas ilusiones.

— Apúrate a comer o si no vas a llegar tarde —Hablo con  rapidez por culpa de los nervios que le causo el de grandes colmillos.

—¿Qué te parece lo que hice?, mi mamá me ayudó por medio del teléfono —Dijo refiriéndose al alimento.

—Sabe muy bien , más bien todo lo que preparas es exquisito —Tal vez solo fue la imaginación de Kazutora, pero parecía que los ojos del contrario brillaban demasiado, haciendo que le recordará a un cachorrito  cuando le acaricias la cabecita.

—Me alegra que te guste lo que cocino. También voy a ver muchas recetas de postres para hacértelas, se que te encantan las cosas dulces —Le iba a decir que no era necesario, pero se miraba tan contento que mejor decidió en asentir y guardar silencio.

BajitoraUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum