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Habían pasado ocho días, desde ese horrible sábado, y en ese transcurso de la semana, se había  enterado por medio de  lo que contaban sus compañero– los cuales no paraban de chismorrear entre ellos– de que se encontraron a cinco estudiante de ahí, tirados en un callejón, luego de ser brutalmente golpeados.
Al principio no le tomó mucha importancia, pero cuando dijeron sus nombres, se sorprendió, pues eran los mismos tipos que solían lastimarlo. En cuanto escucho aquello, la primera persona que se le binó a la mente, como responsable de aquel acto, fue el azabache–Pues este le prometió, que  haría pagar a todos los que le lastimaron–,así que le pregunto, pero no le quiso decir a la primera, tuvo que insistir todo un día, hasta que por fin  el orbes-café  se decidió en hablar, confesándole que no solo fue él, si no que, estuvieron involucrado todo el grupito de Manjiro.
No entendía como rayos dieron con sus agresores, si cuando decidió contarles que era molestado frecuentemente en la universidad  y que aparte uno de esos fue el que le intento violar, no les dio ninguna pista de cómo era la apariencia física de esas escorias,  aún cuando le insistieron, argumentándole que tenían que darles su merecido. Pero él, no deseaba  meterles en sus problemas, y aún cuando les dijo las consecuencias de que les podría pasar por golpear a la gente–para ver si de esta manera dejaban de insistir–le terminaron ignorando.

Ya se sentía más calmado de qué, probablemente nunca descubran la fechoría de sus amigo, y otra cosa que le tranquilizaba, era el  saber, que su casi abusador, tardaría bastante para recuperarse, pero esto no evitaba que siguiera  un poco asustado de salir de noche, y a pesar de ese traumático momento, su mente ya no pensaba más en eso, pues ahora estaba llena por completo, con el rostro del azabache, junto aquellas palabras que le dedico antes de que se durmiera.
Aún las recuerda como si apenas se las haya  dicho  ayer .—Alguien   como tú, no merece nada malo. Es por ello que yo daría hasta  mi vida por verte feliz  —Cada que su cerebro las repetía, su corazón se aceleraba y su rostro se sonrojaba, no entendía, como alguien daría lo más valioso, que es la vida, por él. Y aunque las hubiera dicho solamente para hacerlo sentir mejor, no dejaban de ser especiales.

—¡Toraaaa!, ¡Reacciona! —No pudo seguir en sus pensamientos, al ser interrumpido por esos fuertes gritos levemente chillones de parte de Manjiro, el cual mecía una mano enfrente de su cara, para llamarle la atención.

—¿Qué ocurre Mikey? —Sus mejillas se sonrojaron, por haberse dejado llevar por su mente,   cuando debería estar atento en sus dos amigos.

—Solo quería decirte que tengo sueño. Cárgame —Sano alzo sus brazos para que el orbes-ámbar lo tomara, pero antes de que se ejecutará esta acción, un chico de cabellos largos, se interpuso entre los dos y que por el ceño fruncido, parecía muy enojado.

—Te dije que lo dejaras de molestar —La voz de Baji se encontraba irritada, a causa del rubio cenizo. Ya que  siempre lograba sacarlo de sus casillas.

—¡Ay!, pero que fastidioso eres, Ed...!Ya se!, ¡mejor cárgame tú!—Con la gran agilidad, de la que se caracteriza Manjiro, salto al cuello del contrario para colgársele. Y una vez, que reaccionó el de grandes colmillos, empezó a intentar quitárselo, pero era imposible, es como si tuviera una garrapata pegada, no esto era aún peor. 

Estaba apunto de rendirse, pero como una luz en plena oscuridad, llegó su salvación, ni nada más, ni nada menos, qué Draken, el único que puede calmar al infantil del enano, bueno más o menos.

—¡Kenchin! —La garrapata de orbes-obsidiana, se soltó en seguida, para poder irse a colgar de Ken, el cual le recibió con los brazos abiertos.

—¿ Por qué mierda llegaron tan tarde?. Si la fila está muy larga, les pateare el culo, a todos, ¿escucharon? —Farfullo aquello el azabache, una vez que se posicionaron los otros dos faltantes a su lado, para poder descansar en la sombra.

BajitoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora