ii. café y sobras de pastel

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Día 2. Let you break my heart again - Laufey.









Trató de ignorarlo. La invitación en algún lugar debajo de cientos de papeles importantes que se debían revisar antes del plazo.

Sin embargo, había pasado el día, lo sabía. Memorizó la fecha a pesar de sus incontables esfuerzos de mantenerlo en el fondo de su mente y olvidar; tratando de ahogar las palabras, los nombres, con montones de trabajo, los viajes a las conferencias, noches en vela y los cientos de bebidas energizantes. Pero fue inútil.

Había pasado un mes pero nunca había terminado de ser un mal sueño.

Las ojeras pasadas en maquillaje cada día eran más oscuras, el rímel corrido en la madrugada era su nueva marca patentada y nada era capaz de arreglar su estado de ánimo irritable.

Ignorar las llamadas, los cientos de mensajes y los recados en la contestadora de Marguerite fue gradualmente más difícil.

Sabía que si no fuera porque Nami retenía a Luffy para los preparativos de la boda, quizá él hubiera buscado cualquier manera de colarse en la empresa y exigir hablar con ella.

Deseaba, desesperadamente, que eso pasara. Hace meses que observaba el atardecer sola en el balcón, esperando su llegada como cada cinco días desde hace media década, con cantidades industriales de dulces y carnes frías que se echaban a perder en el refrigerador.

Necesitaba tener sus brazos apretados sobre ella, en lugar de una llamada de corta duración, que hablara sobre su semana y sus personas queridas pero en cambio era una disculpa despistada y un «¿cómo estás?» con Nami saludando de fondo.

Quería con todas sus fuerzas tenerlo en su departamento, cediendo a los sueños que siempre terminaba escribiendo en su libreta, todavía cómodo en su sofá con las mantas arrugadas y tiradas; deseándole un excelente día cuando tenía que trabajar.

Quizás debió escuchar a sus hermanas desesperadas al explicarle su cercanía en redes sociales, a Nyon cansada de su " fingida demencia" cuando apareció Nami con un bonito anillo de compromiso, a Robin cuando la invitó a cenar y le contó dónde sería la boda o a ese tipo, Usopp que siempre pensó que era una mujer autónoma que no debía de atarse a nadie de esa manera.

Pero el momento álgido, un recuerdo en espiral, fue cuando Nami le decía con tanta ilusión que asistiera al gran día. Todo con un Luffy muy feliz a su lado, sosteniendo su mano «como ella siempre había querido» con la sortija brillando bajo las luces de El Baratie.

La promesa nunca se había concretado. Jamás llegaría para verlos intercambiar votos, no necesitaba ver al hombre que ama desposando a otra mujer.

Nami es, a su gran pesar, bonita. Con un tipo de conexión que nunca había logrado con Luffy, el cariño entre ellos era nítido y doloroso, como un pedazo de vidrio que despellejaba su pecho y sus propios sentimientos eran un veneno que supuraba en su herida.

Se sentía enferma.

Debía de parar. Conformarse con su amistad y nada más, pero es imposible. Lo ha intentado tantas veces y fracasado cada vez.

Las ilusiones de su mentira todavía son una marca vergonzosa sobre sus hombros.

Qué tonta. Pensando que todas esas visitas, esos abrazos y noches de películas significaban algo.

Se siente abrumada y confundida con un café frío en la mano y el paquete abierto con las sobras del pastel de bodas, completamente derrotada en el suelo de la cocina.

Contenía una pesadez que le cerraba la garganta, los lagrimales completamente secos y las náuseas cada vez más presentes cuando apuñalaba el bizcocho y se lo metía a la boca con impotencia, la ira burbujeando en su estómago. Saboreando el insoportable dulzor de las cerezas.

Detesta las cerezas.

Sus manos tiemblan, derramando el líquido sobre el teléfono, ensuciando la pantalla con las fotos de la pareja que se miraban radiantes al salir de la iglesia con el arroz volando sobre sus cabezas.

Tal vez, si se hubiera sincerado más con él y decirle en aquél momento hace tanto tiempo que lo ama en lugar de «cásate conmigo» habría hecho una diferencia.

Trató de recordar los momentos más brillantes en su relación. Cuando él se encontraba en su momento más vulnerable y la había necesitado tanto como ella a él; siempre tirando del extremo del lazo rojo, desesperada de sentir el más mínimo movimiento.

Probablemente, algún día, dejará de enamorarse: de sus sonrisas puras, sus sentimientos inocentes, su cariño platónico y sus ojos sinceros.

Algún día alguien se enamorará perdidamente de ella, justo como se siente ahora mismo. Pero hasta ese momento, el corazón se le romperá una y otra y otra vez pensando en él.

Al final les deseó felicidad y una disculpa insincera por mensaje con el sabor enfermizo de la cereza bailando en su paladar.










No es mi favorito, pero me gusta pensar que me di a entender con que Boa tiene la confianza rota y está en shock. En algún lugar de twitter leí el headcanon de que Hancock odia las cerezas por su fruta del diablo y que Luffy odia el pastel de cerezas ¿y cómo sucedió eso en su boda? bueno, eso está a la imaginación pero tengan asegurado que después de una probada evitó la cosa como la peste. 

ingenua tentación | luhan week2023Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin