Capítulo 28

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Capítulo 28
Benjamín

Mujeres como ella eran imposibles de ignorar, sobre todo cuando se encontraban haciendo un puto espectáculo a las tres de la mañana en el bar de mi hotel. No supe si fue el alcohol, o las ganas que tenía, pero me levanté de la mesa en cuanto la vi salir por la puerta principal al mismo tiempo que los meseros comenzaban a recoger los vidrios del suelo y caminé tras de ella.

La mujer de cabello castaño caminaba furiosa y determinada hacía los hombres de valet parking cuando uno de los meseros del bar salió despavorido.

— ¡Señorita! ¡Señorita! ¡Su bolso! —exclamó a mis espaldas.

— Dame eso.

Le arrebaté el pequeño bolso negro de las manos al mesero y me dirigí hacia ella. Me di cuenta que realmente no estaba en mis cincos sentidos cuando no logré medir la distancia y choqué a sus espaldas.

— ¡Cuidado, idiota! —exclamó al mismo tiempo que volteaba y veía su bolso en mis manos—. ¡Dámelo!

La mujer era alta, pero no tanto como yo. Me arrebató el bolso de las manos furiosa.

Era tan jodidamente poderosa como yo.

— Señorita, el vaso...

— ¿¡Que quieres!? ¡No pagaré tu puto vaso! —exclamó al mismo tiempo que le entregaba el ticket de valet parking a uno de mis trabajadores.

Sonreí.

— No me interesa que pague ningún vaso, al contrario, vine a decirle que no se preocupe por él, sin embargo, le advierto, que, si hubiera estado en cualquier otro hotel, se lo hubieran cobrado cinco veces más su precio.

La mujer comenzó a reír al mismo tiempo que abría su bolso y sacaba un cigarrillo de él. Lo prendió en el instante y aventó el humo justo en frente de mí. Sentí mis venas arder por primera vez en horas.

— ¿Y tú quién mierda eres? ¿El gerente?

— El dueño —contesté dando un paso hacía atrás.

— Aaaah ¿El puto dueño? —preguntó con una sonrisa burlona.

— ¿Siempre eres tan grosera? —pregunté, la mujer comenzaba a sacarme de mis casillas.

Sus ojos comenzaron a examinarme por completo para después volver a aventar el humo del cigarrillo frente a mí. Jamás, en toda mi vida, había conocido a una mujer tan burda y corriente como ella. Volví a dar otro paso hacia atrás, sin embargo, ella dio dos pasos hacia delante. Entendí al instante lo que buscaba hacer, pero era imposible que mujeres como ella lograran incomodarme de esa manera. No me moví y como respuesta, estiró su otra mano hacía mi mejilla.

— ¿Siempre eres tan entrometido? —preguntó dando otra jalada a su cigarrillo.

Bajó la mano de mi mejilla hacía mi pecho y comenzó a jugar con sus dedos en él. La insinuación que estaba recibiendo en el momento era casi tan corriente como ella.

— No te confundas, las mujeres como tú no son de mi agrado.

Una arribista era lo que menos necesitaba en el momento. Me di la media vuelta y comencé a caminar nuevamente hacia el bar del hotel. Ni siquiera volteé a verla, si bien, la jodida mujer era atractiva, no me llamaba la atención en el momento. Una vez que pagué la cuenta del bar de Cerni y mía, me dirigí a los baños del lobby.

— ¿A que mierda te refieres con que las mujeres como yo no son de tu agrado? —preguntó la mujer entrando de golpe y sin tapujos al baño de hombres.

La observé mejor y sonreí ante lo mucho que sabía que le había afectado mi comentario. La iluminación del baño me obligó a verla mucho mejor, sus ojos azules brillaban con intensidad y tenía el cabello más castaño que había visto en mi vida. Llevaba un vestido de seda que pronunciaba de manera casi descarada sus senos y noté de igual forma un tatuaje en uno de sus brazos.

— Me refería a que no acostumbro a acostarme con clientas de mi hotel —mentí, realmente si lo hacía, pero su prepotencia había estado a punto de cruzar mis límites.

Me observó casi como si todo lo que estuviera sucediendo fuera un juego y por algunos segundos, también lo sentí. Lamió sus labios al mismo tiempo que acortaba el espacio entre nosotros y cuando se encontró justo en frente de mí, a menos de cinco centímetros de distancia y de la forma más sensual que había visto en las últimas semanas, se inclinó hasta colocar sus rodillas en el piso, desabrochó mi pantalón y comenzó a regalarme uno de los mejores placeres que un hombre puede sentir en toda lavida.


*No olvides puntuar y comentar el capitulo, me ayuda mucho el saber sus opiniones para así poder seguir escribiendo esta historia.

LisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora