Niñeras.

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El viernes después de clases todos se quedaron a estudiar en la biblioteca, los primeros exámenes comenzarían en una semana más y sería mejor comenzar cuanto antes con los estudios. Sobre todo, porque Tigresa era la mejor del grupo y su paciencia disminuía a medidas que se acercaba la fecha de los exámenes.

- No entiendo nada de esto. – Se quejó Mono dejando caer su cuaderno de matemáticas.

- Si nunca pones atención en clases como lo entenderías. – Le respondió Víbora mientras copiaba los procedimientos de Grulla.

- Tu tampoco entiendes mucho, ¿Verdad? – Le contesto Mono arrebatándole el cuaderno a Grulla para molestar a su amiga.

- ¡Oye! – Gritaron Grulla y Víbora.

- Ya guarden silencio. – Les ordeno Tigresa arrebatándole el cuaderno a Mono y regresándose a su dueño. - ¿Qué es lo que no entienden?

- Bueno... Resumiendo... No entendemos nada. – Respondió Mono mientras Mantis, Víbora y Po asentían.

- Voy por el pizarrón. – Anuncio Grulla y momentos después volvió con una pizarra blanca y un par de plumones.

Tigresa era una buena maestra, aunque perdía rápidamente los estribos con las bromas de Mono y Mantis, y ahora Po también se unía a las jugarretas, pero de igual manera al final del día logro que todos pudieran resolver los ejercicios de logaritmos puestos por el profesor.

Todos salieron de la escuela agotados por el estudio rumbo a la parada de autobús, de camino vieron a una niña sola llorando.

- ¿Perdiste a ti mami? – Le pregunto Víbora mientras se acercaba a la pequeña, pero la niña simplemente siguió llorando aun más fuerte.

Po camino hasta la niña, se agacho hasta colocarse a su misma altura y comenzó a hacer caras divertidas hasta que logro que el llanto de la pequeña se transformara en risa.

- ¡Hija! – Exclamo una mujer que llegaba corriendo junto a la niña. – Es mi hija, disculpen las molestias, se fue corriendo persiguiendo un globo y la perdí. – Explico mientras abrazaba fuertemente a la niña.

- Vaya, eres muy bueno con los niños, Po. – Lo felicito Víbora cuando la mujer y la niña se fueron.

- La verdad me gusta mucho jugar con ellos. – Se confesó un poco avergonzado.

Al día siguiente mientras Po ayudaba a su papá a preparar unas cuantas cosas antes de que llegaran los clientes a la hora de almuerzo su teléfono comenzó a sonar, al tomarlo pudo ver el nombre de Tigresa en la pantalla, sin pensárselo dos veces contesto.

- ¿Estas muy ocupado? – Pregunto la chica después de los saludos correspondientes. – Necesito tu ayuda. – Insistió Tigresa al ver que Po estaba pensando mucho su respuesta.

- Claro, dame un segundo. – Contesto el chico y se alejó el celular un poco tapando el micrófono con la mano. – Pa' ¿puedo salir un poco?

- ¿Vas a ver a la chica pelirroja? – pregunto coquetamente el hombre y el sonrojo de su hijo fue toda la respuesta que necesitaba. – Solo vuelve para ayudarme con los almuerzos.

- ¿Voy a tu casa? – Pregunto Po mientras subía a su habitación por su billetera.

- No, estamos en el parque frente a tu casa. – Contesto la chica. – En los juegos infantiles.

- Cla... Claro, nos vemos allá. – Respondió Po y corto.

¿Estamos? Ella estaba con alguien más, ¿Seria algunos de sus amigos? ¿Pero porque necesitaría su ayuda? Movió su cabeza intentado despejar esas preguntas de su mente, lo mejor sería llegar lo más rápido al lugar indicado.

High School PeaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora