Cuaderno Rojo.

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"Ya voy a darle el espacio a Grulla para que se disculpe conmigo" – Decía el mensaje de Víbora. – "Fue bastante tortura y me guste o no ya lo comienzo a extrañar"

Tigresa simplemente respondió con un emoticón de pulgar hacia arriba.

"¿Cómo vas con Po?"

"Es pésimo redactando. Tengo que reescribir todo lo que envió."

"Sabes a que me refiero"

Víbora se quedó mirando la pantalla. Su amiga lo había leído, pero no había respondido. Estuvo a punto de enviar otro mensaje cuando llego la respuesta.

"Le pedí expresamente que se alejara de ella y no lo hizo"

"No le diste ninguna razón" – Replico su amiga y ante el próximo mensaje agrego. – "Un presentimiento no cuenta"

Tigresa volvió a responder con un emoticón de pulgar hacia arriba haciendo que Víbora soltara un gruñido al otro lado de la pantalla. ¿Quién la mandaba a ser amiga de la chica más huraña y mal humorada de toda la escuela?

"¿Por qué te interesa tanto la amistad de Po con ella? Si hubiera sido Mono o Mantis te hubiera dado igual" – Escribió Víbora después de unos momentos.

Silencio.

Víbora comenzó a prensar de que otra manera formular la pregunta para conseguir alguna respuesta. Si era muy directa la pelirroja negaría todo y si era demasiado indirecta corría el peligro que no se entendiera lo que quería saber.

"¿Te importa tanto como para cuidarlo?" – Interrogo a su amiga. Con la esperanza de que ahora si existiera una respuesta.

Mas silencio.

Tomo una almohada para ahogar un grito de frustración. Tal vez no sería mala idea preguntarle a su padre si sabía algún método de tortura especialmente duro para usar contra su amiga.

"Si"

La chica dio un grito de victoria desde su habitación. Aquello sí que era nuevo e interesante.

"Entonces habla con él el lunes" – Le aconsejo. – "Lo he visto muy abatido"

Una vez más el pulgar hacia arriba. Aquello había sido una buena victoria. Por primera vez estaba ansiosa porque comenzara la semana ya quería ver como se desenvolvía aquella situación de su mejor amiga con ese chico torpe, pero tierno.

En el otro lado del valle Po dejaba caer su lápiz sobre su cuaderno aburrido sin saber que dibujar o escribir.

- ¿Todo bien, hijo? – Se la acerco su padre mientras revolvía unos ingredientes una pequeña fuente.

- Creo que perdí una amiga. – Soltó Po con voz triste.

- Pero ahora tienes muchos amigos. – Lo intento confortar el señor Ping. – Enfócate en ellos.

- No lo entiendes papá ella es... - Se detuvo buscando una palabra. – Bárbara, genial, extraordinaria. Era muy feliz siendo al fin su amigo. Tampoco quiero dejar de hablar con Song, se nota que necesita ayuda. Pero me dejo de hablar y no sé qué hacer.

- Llevarle unos dumpling. – Recomendó el señor Ping. – Nada es mejor para una reconciliación que comida deliciosa.

- No creo que sea lo apropiado. ¿Qué tal si no le gustan?

El hombre golpeo a su hijo en la cabeza con la cuchara de madera.

- Si no aprecia la comida no vale la pena. Aunque sea esa chica pelirroja. – Lo regaño. – Ahora si ya no tienes tarea que hacer has algo útil como lavar los trastes.

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