Capitulo 1: Luces sin resplandor. PARTE I

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La sombra demostraba su rechazo a ese cuerpo, imperdonable. Lo había dejado en llamas y consumido en una locura interpersonal, incapaz de escapar de sí mismo.
Paso todo un día oscuro, y la noche que seguía se veía aún peor, todo este tiempo demostró una cordura racional, pero hoy, la había dejado ir para ser ese ser fastidibale que todos odiaban.
Sentado en su cama, con los pies en la alfombra gris, simulaba una sonrisa en medio de una fuerte depresión de que había agobiado desde años, fuerte e incalculable, lo destruía de a poco. Su boca se encontraba forzada a realizar esa sonrisa, pero sus ojos, esos ojos lagrimosos y con una intensidad en su color gris que aumentaba, lo declaraban siempre enfermo. Tomo la almohada y la acerco hacia su cara, hasta tocar su piel con el suave algodón rojizo que poco a poco se desteñia. ¡GRITO COMO NUNCA!
Con sus ojos cerrados y ahora sin la compañía de la almohada, no podía dejar de contar los latidos de su corazón, cada vez más veloces, cada vez más ágiles, cada vez más limitantes. Se apoderaban de su cuerpo obligándolo a no salir de ese lugar.
La caja oscura en la que vivía ya no podía soltarlo, se apoderaba todo el tiempo. Consumido en la oscuridad, expuesto a la misericordia de otros ya no conocía la salida...
La caja negra me había consumido, ahora formaba parte de las almas que se apagaban en el Pacífico...
Después de horas, se deslumbró por una luz, y se despertó en ese famoso cuarto blanco de un hospital. Durante cinco días había estado en coma por lo que había sucedido ese día, en su casa, en la famosa Caja Negra.
Cardigan lo salvo, hoy esta bien, pero el tiempo dirá cuánto le costó perder su cordura... (Continuará)

Luces en el Pacífico. Sebastián Orazi Where stories live. Discover now