Capítulo 2: Eunoia

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Inmutables eran sus gestos, sus ojos pardos sobresalían de la habitación. La escena era una clásica pintura renacentista que cualquier artista hubiera querido retratar. En el Pacífico las luces solo se veían de noche, y en esa misma noche, la luz de Flyan se había esfumado. Su cordura había desaparecido.
En el momento más frágil de su vida tomo coraje y lo hizo, fue la salida más rápida e indolora que había esperado por tanto tiempo. Su eunoia le permitió limitarse para poder cumplir su sueño.
Cardigan llego a tiempo y pudo terminar con ese monstruo que lo consumía, ahora estaría a salvo de la enfermedad que repercutió en su vida desde muy chico.
Flyan y Cardigan eran hermanos, inseparables. Pero siempre noto ese efecto en él. Lo hacía perderse en sí, notaba su tristeza y sin dudarlo recaía en esa caja negra donde era casi imposible sacarlo.

Durante el quinto día de coma de su hermano, Cardigan, salió a la calle, abrió sus manos y la nieve comenzó aparecer, no podía creerlo. Hace más de doce años que no nevaba. Le hizo recordar su calida niñez. Volteó la mirada y estaba ella, jamás la había visto pero sus ojos claros, lo hipnotizaron, con una mirada intensa que lo decía todo sin necesidad de pronunciar palabra. Su pelo rojizo lo dejo mudo. La miro fijamente y sonrió. Ella no pudo evitar hacer lo mismo. Levantó la mano para saludarla. Fue por un instante, lo mejor que le había pasado en meses. De pronto, una llamada le daría final a ese único momento. Era la voz de su vecina, y solo dijo:- Cardigan vení, desperto...

Una vez despierto del coma, Flyan, miró a su hermano y le dijo: - Vi las torres gemelas en mi sueño hermano... (Continuará)

Luces en el Pacífico. Sebastián Orazi Where stories live. Discover now