Capítulo 9- Ganar una batalla.

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Un zumbido molesto me despertó a medianoche. Salí de la cama y busqué por toda la habitación, pensé que había dejado algún aparato conectado a la corriente eléctrica y que este era la causa del ruido pero no encontré nada.

—Ahhh… demonios — me quejé cubriendo me ambas orejas hasta que de la nada el ruido cesó.
Salí entonces de mi habitación, rondaban las cuatro de la madrugada cuando entré en la habitación de Leo. Aún estaba allí, suspendido entre dos mundos. Había colocado un sillón a su lado. Me senté y tomando su mano, continúe leyendo el libro que Andrew había estado leyendo para él a modo de mantener su actividad cerebral activa. Él mismo niño investigó todo aquello por internet, a veces olvidaba que solo tenía nueve años. Leí unos dos capítulos cuando los ojos se me cerraron. No sé cuánto tiempo pasó, pero de repente sentí una caricia sobre mi mejilla, un toqué suave contra mi piel y cálidos labios sobre los míos. Abrí los ojos enseguida, Klaus retrocedió un instante y sonrió ante mi justificada sorpresa.

—¡Qué diablos…!— grité. —¿Qué diablos hacés?— pregunté limpiando me los labios con el puño de la camisa a cuadros que llevaba sobre el pijama y bajando el tono de voz para no molestar a Leo.

—Despertándote como te gusta… no espera así no es. Te gusta…— Klaus acercó di rostro a mi oreja.
—Que te besen el cuello, todo el camino hasta tu pecho y de allí tu abdomen y…—
No le dejé continuar, le empujé lejos de mi y me puse de pie. Él sonrió ampliamente, molestarme, acosarme se había convertido en su pasatiempo favorito.

—Qué quieres…—

—A ti — respondió sin dejarme elaborar. Coloqué los ojos en blanco y continúe.

—¿Qué quieres aquí? Sabes que no puedes entrar al cuarto de Leo— luego de confesar que lo quiere ver muerto, no podía darle entrada libre a cumplir su potencial plan.

—Es mi casa Samantha Jacobs…—

—Stewart— le corregí y él medio río.

—Cómo sea. Pasó algo en la madrugada. Bajar…—

—No. Aquí no. Vamos al despacho— dije.

Me acerqué a Leo y dejé un beso en su frente.
—Vendré luego si?— le susurré.

Una vez en el despacho Klaus tomó asiento detrás del escritorio y me contó que había recibido una llamada de uno de nuestros socios de Baviera. Bajar había atacado y eliminado a gran parte nuestra gente allá en un ataque sorpresa a uno de los depósitos donde guardábamos mercancía.

—Cuántas bajas?— pregunté.

—Quince, quizás un par más— contestó Klaus.

—Maldita zorra. Y dices que se llevó todo?— pregunté. Klaus asintió.

—¿Me dices que carajos esperamos para matarla? — pregunté muy molesta.

—No se si olvidas que ella está tras tuyo. Mataste a su tío, si tiene la mínima oportunidad te asesinará, no puedes salir de aquí. Ya lo hablamos Sam—

—Entonces vamos a escondernos como ratas mientras ella se apodera de todo lo nuestro?! Ahhh— pregunté a los gritos y acto seguido sentí un dolor muy fuerte de cabeza.

—Hey. Estás bien?— preguntó de inmediato Klaus.

—Te dije que no quiero que me preguntes si estoy…ahhh. Me explota la cabeza. Tomaré una ducha. Busca la forma de contrarrestar esto. Aquí el gángster eres tú no?— dije saliendo enseguida de la habitación.

Volví a mi cuarto y tomé un baño de agua fría.
—Mucho dolor de cabeza últimamente no princesa?—

—Estoy con mil cosas Drake, déjame en paz—

Marcada: Imperio. Libro I: Dos caminos, un corazón.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu