𝟮𝟲| 𝗔𝗠𝗘́𝗡.

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Llevaba casi quince minutos paralizada frente a la puerta de la suite 312, Ja estaba del otro lado esperándome y me atemorizaba recordar que era la primera vez que estaríamos a solas después de tanto tiempo. 

Estaba segura de que después de esta noche cambiarían muchas cosas, sentía un nudo en la garganta mientras miraba la madera de la puerta, analizando cada uno de los patrones grabados sobre la madera buscando algún signo de que fuera diferente a las demás, pero no, era una puerta normal, de color marrón claro con el número en color dorado sobre la mirilla, nada especial, sin embargo, detrás de esa puerta común y corriente, se escondía un mundo de emociones, secretos y pasión.

Y un mundo al que sólo yo tengo acceso.

Deslicé mis ojos hasta el picaporte y no pude evitar preguntarme cuántas personas habrían tocado esa perilla con sus manos sucias, cuántas mujeres habrían entrado y salido de esta misma habitación. Estuve a punto de seguir extendiendo mis pensamientos hasta que el picaporte empezó a girar lentamente, sentí que se me contrajo el corazón causando que se me acelerara el pulso y se me cortara la respiración.

La puerta se abrió y ahí estaba él, con su mirada oscura y penetrante que me atravesó como un rayo. Una sonrisa blanca y perfecta le iluminó el rostro causando que casi pudiera ignorar su cuerpo atlético y musculoso que siempre me causaba escalofríos.

─Hola, linda. ─dijo con la voz ronca─. Llevo casi media hora esperando a que te animaras a tocar la puerta, pero decidí abrirla por miedo a que te quedaras ahí petrificada el resto de la vida.

Sentí que me ardieron las mejillas y luego de eso se hizo a un lado para que pudiera pasar.

─Vamos, no seas tímida. ─me hizo un ademán señalando hacia dentro.

Inspiré profundo y aunque mis piernas dudaron varios segundos en responder, finalmente logré moverlas y cruzar el umbral en completo silencio.

El moreno cerró la puerta detrás de nosotros y luego de eso sentí una suave presión en la cintura, eran sus manos las cuales terminaban de atrapar mis caderas, sus ojos brillantes me examinaron con detenimiento hasta que finalmente el chico decidió cerrar el espacio que había entre nosotros con un corto beso.

El cálido contacto de sus labios acariciando los míos... Dios, y olía tan bien, era un aroma embriagador que llenó el aire y se coló hasta mis fosas nasales, una cautivadora mezcla de perfume masculino y jabón de almendras.

─Pensé que no vendrías. ─dijo en cuanto se apartó de mi─. ¿Quieres algo de tomar?

Tragué saliva con fuerza.

─En estos momentos me caería bien una copa, o... quizás una botella de whiskey, lástima que no pueda beber por ahora.

─Tranquila, tengo algo de jugo en la heladera.

Ja caminó hacia la nevera con paso seguro y elegante, estaba sin camisa, sólo iba en pantaloneta y a pies descalzos. Siempre me había sentido fascinada por el contraste que había entre el Jamel que se la jugaba toda en la cancha y el Jamel que estaba frente a mi. En los partidos él era un líder, un guerrero, simplemente un espectáculo, mientras que fuera de ella, se convertía en un caballero, un lector y excelente amante.

La suite donde se hospedaba era amplia y lujosa, podía ver la cama al otro lado de la habitación, era una king size, a un lado había un sofá de cuero, una mesa de cristal y una pantalla de televisión gigante. De fondo sonaba música clásica lo cual no me sorprendió en absoluto, y sobre una de las mesas había un libro abierto, me acerqué para verlo y se trataba de La Divina Comedia, de Dante Alighieri, un clásico de la literatura universal, aunque de cómica no tenía nada.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Where stories live. Discover now