Una noche extraña

5 2 0
                                    

Al llegar toco su puerta con un poco de prisa, pero escucho un ruido ronco y fuerte que me alarma y  me apresuro a abrir la puerta.  Cuando nuestras miradas se unen la noto un poco nerviosa.

—¿Qué hacías?—le pregunto.

Empieza a jugar con sus manos antes de responderme.

—No eres mi madre—me recuerda.

Me le acerco un poco.

—Es cierto que no soy tú madre pero soy tú nueva niñera, quieras o no. 

Se sorprende al escuchar mi respuesta y mira  hacia la ventana. Llevo mi mirada a la ventana y noto que ésta está abierta.

Y justo cuando voy a hablarle me grita: 

—¡Sal de mi cuarto ahora!

Le hago caso pero antes reviso su cuarto con una mirada  más para asegurarme de que todo este bien. 

—Alina, los chicos no van a reemplazar a tú madre, sé que ella apenas los ve pero sé que todo lo que hace es para ustedes. Puedo ser una buena amiga, si me lo permites, pero sea lo que sea que escondes asegúrate de que sea algo bueno.

Cierro la puerta y me dirijo a mi cuarto, me quedo acostado por unos minutos hasta despertar por un ligero ruido, me asusto y corro hacia el cuarto de los niños, pero los dos están dormidos, luego voy a revisar el cuarto de  Alina pero al abrir la puerta la veo en la cama profundamente dormida.  Espero a que mi corazón deje de latir tan rápido para volver a dormir, bajo al comedor para comer algo, el susto me provocó mucha hambre. 

Abro el refrigerador y tomo un poco de jugo natural y de mano me preparo un sándwich.

—¿Eres la nueva niñera?

Al escuchar aquella voz dejo caer mis manos a la mesa y subo mi rostro con lentitud. Unos metros frente a mi hay alguien sentado comiendo también un sándwich.

—Si—me acuerdo decir.

No vuelve a decir nada más y no logro percibir si hizo algún gesto por la oscuridad.

Me acerco un poco a el.

—¿Eres Lían?—le pregunto.

Se levanta y viene caminando hacia donde de mi, tiene algo en las manos, me estremezco y doy unos paso atrás hasta chocar con el refrigerador, el se acerca y cierro los ojos, pero siento que abre el refrigerador detrás de mi y toma un poco de agua.

—Puedes salir corriendo como las demás niñeras. No serías la excepción. —me dice muy cerca.

Lleva un pasamontañas que evita que pueda verle la cara y un gran abrigo negro que cubre todo su cuerpo. Sé que tengo motivos para salir corriendo pero no quiero hacerlo. Termina de beber agua, y luego se pierde en la oscuridad.

Mil razones para amarteWhere stories live. Discover now