Polos opuestos...

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A la seis de la mañana suena mi alarma me levanto con la rapidez de un leopardo y me apresuro a vestirme.  Ya para las siete había preparado el desayuno y a los niños. Falta poco para las ocho y Alina aún sigue en su cuarto. Subo de prisa y la veo saliendo de su cuarto, lleva una mini falda, una blusa con escote y maquillaje en exceso, se detienen a mirarme: 

—No saldrás así Alina, eres hermosa y no es la forma de demostrarlo—le reclamo de inmediato.

—¡QUÉ! ¡NO PUEDES DECIDIR CÓMO VESTIRME!

—Lo sé pero eres mi responsabilidad y no puedo permitir que salgas de esa manera.

Golpea el suelo con fuerza y regresa a su cuarto donde de inmediato cambia su ropa por unos pantalones ajustados con una camina delgada y suave que la cubre muy bien, se ha lavado la cara y lleva su cabello rubio suelto.

Le sonrío aunque ella no a mi. Me le acerco un poco y recojo su cabello con una liga, y luego le paso un poco de brillo a sus labios. 

—Si te miras al espejo verás lo hermosa que eres—le digo antes de bajar.

[...]

Llevo más de una hora sentada en el sofá frente a  la televisión. Luego me acuerdo de las órdenes de la señora Laura Beth de cuidar a Lían. Preparo un desayuno rápido y subo las escaleras a toda prisa, me detengo un segundo frente a su puerta y leo el letrero "NO PASAR, PELIGRO". Pero me arriesgo y abro la puerta, esta se cierra cuando doy unos pasos hacia adelante. Todo está oscuro, sólo hay una ventana la cual está cubierta con una cortina que no permite pasar la luz del día. Busco cómo encender las luces para ver mejor. 

—Si no te gusta la oscuridad no deberías estar aquí—escucho una voz decir. 

Me pongo rígida, no sé donde está pero se que está cerca.  ¿Debería salir corriendo? no es una mala idea. 

—Sólo vine a traerte el desayuno—le digo.

—Tengo 20 no necesito una niñera—me dice aún más cerca.

—La señora Laura Beth me pidió que...—pero antes de poder continuar me interrumpe.—las que la obedecieron no terminaron tan bien—me susurra en el oído tomando el desayuno.

Sale del cuarto y empieza a bajar las cortinas dejando la casa a oscuras. Llevo mis manos a mi corazón, no puedo abandonar el trabajo, lo necesito.

—¿Qué haces?—le pregunto.

—Recuerda que sólo eres una niñera no la dueña de la casa—me reclama.

—No puedes hacer esto—le grito con furia.

Se ríe, lo sé porque logro escucharlo. 

—Es mi casa, ¿por qué no lo haría? ahí está la puerta, puedes irte cuando quieras.

—Necesito este trabajo—respondo más tranquila.

—Entonces deja de ser tan paranoica, si hubiera querido hacerte daño lo hubiese hecho anoche cuando olvidaste cerrar la puerta de tu cuarto. Por cierto, ¿no eres muy mayor para dormir con la luz encendida?

Tiemblo, juro que mis pies se debilitan llevándome a sostenerme de la pared. 

—No me gusta la oscuridad—dijo en un susurro.—¿por qué las cortinas?—le pregunto tratando de volver a estar de pie completamente. 

—¿Es que no es obvio? no me gusta la luz. —susurra entre dientes.

—¿Por qué?—pregunto con curiosidad.

Bajo un poco las escaleras para verlo más de cerca, el se detiene pero sigue dándome la espalda. 

—¿Nunca te callas? eres muy molesta y fastidiosa. 

—No eres la primera  persona que me lo dice—le recuerdo.

—Posiblemente sea la última persona que te lo diga si no te callas—dice entre dientes.

Me tambaleo al escucharlo hablar así, de inmediato dejo de hacerle tantas preguntas y me limito a mirarlo caminar por la casa. 



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⏰ Last updated: Dec 22, 2023 ⏰

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