Capítulo 3

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EL DE LA TORTA

La tarde se desvanecía lentamente sobre los callejones decadentes de Santa Anita, sumiendo a Luis y Caracas en una atmósfera de incertidumbre. Determinados a conseguir el preciado dinero para la torta de cumpleaños, se toparon con un individuo sombrío cuyo semblante reflejaba una mezcla siniestra de astucia y peligro.

Escuchen atentamente, jóvenes - susurró el misterioso personaje con una sonrisa despiadada que se dibujaba en su rostro - Tengo una pequeña tarea para ustedes. Si la cumplen a cabalidad, serán recompensados con el dinero que ansían - Sus ojos, cargados de malicia, brillaban en la penumbra del lugar.

Un sentimiento de desconfianza mutua se tejió entre Luis y Caracas, pero la urgencia de conseguir el efectivo los impulsó a aceptar el desafío - De acuerdo, pero asegúrate de que no nos enredes en problemas graves - respondió Luis, con una cautela evidente en su voz.

El enigmático personaje desveló los pormenores de la encomienda, sumergiendo a los jóvenes en una trama que involucraba a individuos peligrosos y situaciones poco recomendables. Las sombras se alargaban a su alrededor, y el aire cargado de secretos oscuros parecía envolverlos con cada palabra susurrada.

Luis y Caracas se adentraron en el laberinto de callejones, siguiendo las indicaciones precisas del enigmático personaje. Cada paso que daban los acercaba más a su destino, mientras la tensión se acumulaba en el aire.

Las calles angostas y oscuras parecían cerrarse a su paso, como si el mismo laberinto conspirara para retenerlos. Luces parpadeantes y sombras danzantes los rodeaban, mientras el sonido de sus propios pasos resonaba en el silencio de la noche.

Caracas miró nerviosamente a su amigo, tratando de disimular su inquietud - Luis, ¿crees que estamos haciendo lo correcto? Estos tipos no parecen de confiar - susurró con cautela.

Luis apretó los puños, intentando ocultar su propio temor - No nos queda otra opción, Caracas. Necesitamos el dinero para la torta, recuerdas. Pero mantén los ojos bien abiertos y no hagas preguntas innecesarias - respondió, tratando de infundir confianza en sus palabras.

Avanzaron por un callejón estrecho y mugriento, sorteando charcos de agua estancada y esquivando montones de basura. El hedor a podredumbre se mezclaba con la humedad de la noche, creando un ambiente opresivo y desagradable.

Finalmente, llegaron al oscuro rincón donde el primer destinatario; un hombre corpulento y tatuado que controlaba el comercio ilegal en los callejones más remotos; esperaba impaciente en su guarida. Su mirada penetrante y sus músculos abultados infundían temor a todos los que osaban cruzar su camino. Con una voz ronca y desafiante, les recibió - ¿Traen lo que pedí? No tengo todo el día, así que mejor no me hagan perder tiempo.

Luis sacó el paquete de su mochila, procurando mantener la calma y el semblante serio - Aquí está, como nos lo pidieron - respondió, extendiéndolo hacia el hombre.

Este lo examinó minuciosamente, sus ojos recorriendo cada detalle. Después de un incómodo silencio, asintió y dejó escapar una sonrisa satisfecha - Bien, han cumplido su parte. Ahora, desaparezcan de mi vista antes de que cambie de opinión – sentenció.

Luis y Caracas se alejaron, sintiendo el peso de la mirada del hombre corpulento sobre ellos. El alivio inundó sus rostros cuando por fin estuvieron fuera de su alcance.

¡Lo logramos, Caracas! - exclamó Luis, casi saltando de alegría. Ahora solo nos queda entregar el paquete a los otros y conseguiremos el dinero para la torta.

Caracas asintió, con una mezcla de emoción y aprehensión - Esto se está volviendo más emocionante de lo que imaginé. Pero, Luis, prométeme que no nos meteremos en problemas graves - agregó, con una mirada llena de complicidad.

MacheraWhere stories live. Discover now