Girl

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Frente a la fogata en la chimenea de la casa de los padres de Yuta había una pequeña manta en el piso. Los restos de madera ya se habían convertido en ceniza, excepto alguna que otra tira que se hallaba intacta, de un marrón oscuro, con chispas ardientes volando alrededor pero conservaba su belleza y color.

Yuta contemplaba el fuego pacíficamente, con un codo en el piso y la mano en la cabeza, sus cabellos resbalaban por sus dedos. Suspiró.

A su lado se encontraba Mark, durmiendo. Estaba desnudo, de espaldas. Su piel era blanca y tersa, con algunos lunares peculiares entre ella. Tenía igualmente el dorso de la mano bajo su cuello, una almohada que él mismo creó. Sus pestañas bien cerradas, cadena en el cuello, eso era lo único que usaba. Tenía diminutas gotas de sudor en la frente, y pies entre los de Yuta.

Otro suspiro. Volvió a su lugar y recostado en la manta, observando el techo sintió a Mark removerse a su lado. Estaba despertando. Pero aún sin abrir los ojos, colocó su mentón sobre el hombro de Yuta, y plantó un suave beso en su cuello. Luego volvió a dormir. Yuta envolvió su brazo entre el pequeño cuerpo de Mark, acercándolo más, hasta sentir como si sus pieles fueran una misma, y la diferente fragancia de cada uno creará una nueva, única.



¿Alguien va a escuchar mi historia? Todo sobre el chico que vino a quedarse. Un chico.

Conocí a Mark en la Universidad, ambos estudiamos Finanzas, compartiendo Facultad, y pese a pertenecer a la misma sede nuestros caminos apenas se cruzaban, excepto esa tarde.

Fue un miércoles, cielo nublado, estruendos de una tormenta a venir, yo iba apurado, llegaba tarde a una de mis clases, y él se había quedado en el plantel hasta tarde. Vagaba como un fantasma, sus pasos apenas hacían ruido, y su cuerpo inerte, mientras se sentaba en la orilla de una marquesina, esperando no mojarse. Asomaba su cabeza como un niño hasta que un par de gotas caían sobre sus ojos y tenía que esconderse de nuevo, para tallarlos.

Llegué parándome bajo la misma marquesina, esperando a que la lluvia mermara para así correr a mi clase. Faltaban diez minutos.

Es curioso que apenas le dí un vistazo, mi mente estaba enfocada en lo que tenía que presentar, y sentado en la orilla de la marquesina, seguí esperando, esperando y esperando hasta que él llegó.

Cargaba una mochila excesivamente llena, y dándole la vuelta para tenerla frente a sí, removió en los interiores buscando algo con impaciencia hasta que sacó un paraguas desvencijado, de flores rosadas. Con una expresión de victoria lo levantó.

"¡Aja!". Yo seguía en mi ensimismamiento. Él abrió su artefacto, y estaba listo para dirigirse a la salida, cuando volteó la mirada que se cruzó con la mía. Mentiría si diría que sentí una conexión al momento, porque yo no recuerdo haber regresado a él dos veces. Era solo un chico que estudiaba ahí, nada especial, pero aún así, con la cara de compasión que solía irritarme tanto, parado frente la marquesina con el paraguas floreado en la cabeza extendió su mano hacia mí.

Yo me quedé incrédulo por unos segundos, hasta que la sacudió impulsivamente, buscando llamar mí atención.

"Vamos, perderás tu clase".

"Está bien, puedo esperar aquí ".

"No. Tienes que venir".

Y fue lo que hice, lo acompañe, hombro con hombro y el frío en nuestros rostros. Me tendió la mano desde el primer día y no la ha soltado desde entonces.

Llegué tarde a mí clase, el maestro no me dejó entrar y por su petición lo acompañe a un café. El aroma inundaba la habitación y los asientos eran de colchones guinda cómodos, él se recargaba en la mesa cansado, y sus cabellos cubrían toda la mesa.

Baby It's You | Yumark One ShotsWhere stories live. Discover now