Here, There and Everywhere

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Yuta se paso las manos por el cabello arruinando  su peinado bien encerado, mientras se ajustaba el corbatín en el cuello de la camisa de seda negra suave. Sintiendo la tela ajustarse en su garganta una arcada llegó a su boca, no, esto no podía estar pasando.

Corrió al baño justo a lado de la recepción, pero no escupió nada en realidad, los nervios aún atorados en su garganta. Sus piernas temblaban tanto que se derrumbó justo a lado de la taza, buscando regularizar su respiración, pasaría las manos por el cuello, los hombros y el rostro si no fuera por dos cosas: 1) Mancharía el maquillaje recién hecho, en el realidad no era muy extravagante, solo un poco de base y delineador que lo hacía lucir más jóven, pero igual no quería echar a perder el trabajo de su cuñado y 2) sus manos estaban muy sudadas ya.

Se preguntó si es así como se sentían todas las personas en el día de su boda.

Todas las palabras en su cabeza pero incapaces de formularse de manera fácil, ya sea por nervios o falta de empatía e inteligencia emocional. Yuta conocía a la perfección el sentimiento que hacía estremecer sus entrañas y daba descargas eléctricas por toda su columna vertebral. Claro, eran extrañas descripciones y sonaban un poco desagradables pero así es como sabía que estaba enamorado.

Y siempre, cada vez que su mirada recaía sobre Mark se repetían esos instintos en su cuerpo, unos impulsos de solamente recorrer las manos entre el cabello rubio del menor y acompañarlo a todos lados. Besar la punta de su nariz con delicadeza y acariciar con ímpetu sus muslos.

Es como si el pequeño chiquillo que nació hace más de 27 años, con arrebol en las mejillas y sonrisa resplandeciente tuvo siempre de objetivo solamente toparse con el chico bello para amarlo y tratarlo con respeto. Su pequeño Mark, con el que caminaría sobre el altar en menos de dos horas.

A él le pertenecían los días de principio a fin, y a sus bellos labios la boca de Yuta, de la que salían las palabras más dulces solo para complacerlo. Bajo las mantas que los cubrían y los dedos fuertemente entrelazados. La vida a su lado era como un sueño con el sonido de las olas, y la tranquilidad en la mente. Estaba impaciente por descubrir su rostro frente al mundo entero, y darle un aviso a los humanos, al cielo y a la tierra que expresará la infinita ternura y cariño que profesaba el hombre frente suya.

Hablando de Mark, se preguntaba cómo estaría. No lo había visto en una semana solo para hacer que su noche de bodas fuera aún más especial, y vaya que la expectativa crecía cada minuto que pasaban separados. No dejaba de pensar en la piel ardiente de su amado, y el roce suave en su espalda, el hueso sobresaliente de su ingle y el vientre abultado dibujando a la línea del torso que llegaba a su clavícula marcada por aquellas manchas purpúreas después de una noche juntos.

Era difícil no estimular su imaginación con todo lo que conocía y lo que esperaba conocer, se sobaba las manos como un niño esperando por una golosina y a la vez pensaba en si Mark tenía el mismo deseó de estar a su lado.

Seguramente sí, y esa noche se darían todo el uno al otro como era costumbre.

Pero ahora tenía que solucionar los nervios que llegaban a su ser entero, algo inusitados porque no estuvo seguro de nada en toda su vida, más que de que estar parado en aquel lugar junto a Mark y encajar el anillo plata en su enjuto dedo, besar sus labios rosados frente a una multitud complacida y dichosa de su amor.

Se limpió con la mano el borde de la boca y se levantó una vez más observándose en el espejo. Sus ojos estaban amarillentos y su cabellos por todos lados, necesitaba arreglar eso de alguna manera, por suerte su salvador llegó en el momento adecuado, ya que Jaehyun entró por la puerta cargando una copa de vino blanco.

"¿Qué pasó?" Preguntó boquiabertado casi soltando la delicada copa entre sus manos.

"¿Se nota mucho?"

Baby It's You | Yumark One ShotsWhere stories live. Discover now