La promesa.

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El absoluto y total silencio entre mi mejor amiga y yo me está enloqueciendo. Es suficiente para casi provocarme un ataque de pánico. Mi corazón late tan fuerte contra mi pecho que casi puedo oírlo. Quizá ella también pueda, quién sabe. 

Luna Salvador ha sido mi mejor amiga desde que tenía catorce años. Cuando mi madre me obligó a empezar ballet, tardé unos meses en encariñarme con nadie por lo mucho que odiaba tener que estar allí. Cometía tantos errores con la esperanza de que me echaran de las clases que, al final de una de ellas, por supuesto Luna, me habló por primera vez. Tenía mi edad, pero era mucho más sabia que yo, por eso me gustaba tanto estar con ella, además de que aprendí tanto de ella durante esos años. 

La primera vez que me habló fue tan sincera y atrevida, a pesar de lo pequeña y frágil que se veía. Sentí como si, tal vez porque todos sabían quién era yo por mi apellido, incluso la maestra me mimaba y no me decía lo infantil que estaba siendo, pero ella si lo hizo.

Estaba sentada en el suelo después de que todos menos Luna y yo nos hubiéramos ido.  Ella se quedo atrás para hablarme.

''Te comportas como una mocosa, no se si así eres de verdad o solo estás actúando. Y antes de que lo digas, todas sabemos que no quieres estar aquí. Todos sabemos también quién eres. Muchos de nosotros mataríamos por tener tus... recursos y oportunidades. Lo menos que puedes hacer es al menos intentar aprender algo de todos los que estamos aquí ya que odias tanto el arte del ballet. El ballet enseña mucho más que solo danza: paciencia, fuerza y coordinación. ¿Quién sabe cuándo las necesitarás? ¿No te da curiosidad?''

Me había disculpado con ella, y al día siguiente con todas las bailarinas. Incluso les compré galletas de vainilla. Ella tenía razón. Me estaba portando fatal. No era en absoluto la forma en que mis padres me habían criado. También había tenido razón una segunda vez; el ballet era mucho más interesante de lo que pensaba. Me enseñó mucha paciencia, que necesitaba desesperadamente. En aquel entonces solía discutir con Charlotte mucho más de lo que me gustaría admitir, aunque nunca llegamos a pelearnos. Nos fuimos acercando cada vez más con el tiempo, resulta que sus padres eran chilenos que habían emigrado antes de que ella naciera. Sus padres eran tan buenos que las noches que no tenía paciencia, me quedaba en su casa.

Mi mejor amiga viajaba mucho con sus estudios de ballet, así que a veces no estaba en casa, pero sus padres me recibían como si fuera mi casa. Sin embargo, nunca llegue a enamorarme del ballet; seguía sin ser para mí, así que terminé dejándolo. 

Luna, por otra parte, con todos sus ahorros de cuando era más joven, ha abierto su propia compañía, la cual, tiene mucho éxito. Es la persona de la que estoy más orgullosa. También vive en Soho, así que quedar con ella siempre es fácil. Aunque tiene un buen salario, vive en un pequeño apartamento de tres habitaciones y dos cuartos de baño. Su apartamento está pintado de blanco, con muchos adornos minimalistas y mucho espacio abierto. Parece un museo. 

Dios, he estado aquí tantas veces que conozco cada pequeño detalle de este lugar. Pero mirar a mi alrededor como si fuera la primera vez que vengo es lo mejor que puedo hacer para entretenerme. 

Lleva el pelo largo y oscuro recogido en un moño perfecto y un pijama de Victoria's secret. Me observa y luego aparta la mirada. 

Nunca la había visto así, no sé qué le pasa por la cabeza ahora mismo. Su piel blanca como la nieve parece aún más pálida ahora. Suele tener mucho que decir. Sobre todo.

Cojo la almohada marrón de detrás de mí y la abrazo contra mi pecho.  

―¿Cómo llegaste ayer a casa y qué hiciste luego? ―Pregunta, con voz tranquila pero ahora sé que está conteniendo su ira. Su voz suena más áspera de lo habitual.

IntercambioWhere stories live. Discover now